Tomioka Giyuu era un chico sereno pero animado, el cual vivía feliz junto a su familia y amigos.
Giyuu siempre afirmaba tener la mejor familia, pues contaba con unos padres amorosos que apoyaban siempre a tanto su hermana como a él, y su hermana.... su hermana para el era la mejor que pudiera haber tenido, pues era una chica que siempre lo cuidaba y consentía, colmando lo de tanto cariño y amor como pudiera dar.
Y en cuanto a sus amigos, el tenía a Sabito y a Makomo, a los cuales sabía que podía confiarles cualquier cosa, habían sido mejores amigos desde el jardín de infantes, siempre respaldandose, apoyándose en las buenas y en las malas, y de vez en cuando regañandose entre ellos si consideraban que alguno había hecho mal.
Sin duda el consideraba que la vida era buena con él, sin embargo, no podía evitar sentir en algunas ocasiones que algo le faltaba.
En su vida, hubo varios momentos en los que se llenó de gran nostalgia y anhelo, a menudo era al ver una mariposa, o ver un tono exacto de morado, no podía comprender que era lo que hacía que tuviera esos sentimientos al ver esas dos cosas, pero una vez al platicar con su hermana durante sus años de secundaria, ella le había dicho que tal vez se relacionaba con el propósito para el que nació, o incluso, con algo de su anterior vida.
No obstante el siguió con su vida, disfrutando de aquello que tenía, y atesorando cada momento que vivía junto a sus seres amados, pues el de algún modo sentía que el tiempo que pasaban juntos era su mayor tesoro, a veces sentiría que debía abrazarlos, como si hubiera pasado un largo tiempo sin verlos y los extrañaba demasiado.
Pero no fue hasta sus años de universidad que ese sentimiento de que le faltará algo se iría.
Había sido un día cualquiera, acababa de terminar sus clases y estaba de camino a la salida de la universidad, sin embargo algo lo hizo desviarse de su caminó, no sabría cómo describirlo, solo que sintió que debía ir hacia aquella dirección y fue al doblar una esquina que miro a aquella chica.
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Kochō Shinobu era una chica inteligente y amable, aunque con un carácter fuerte y poca paciencia, y siendo sumamente amada y querida por su familia y amigos.
Shinobu amaba y admiraba a sus padres, los cuales eran reconocidos en el campo de la medicina, pero a pesar de sus ocupaciones, siempre encontraban el tiempo para pasar con sus hijas, ella adoraba a sus hermanas, llegando a ser sobreprotectora, incluso con su hermana mayor, quien era bastante gentil y tranquila, y siempre trataba de pasar el mayor tiempo posible con ellas, a pesar de que su hermanita menor hablara poco, y de vez en cuando tuviera que tenerle paciencia débito a qué en ocasiones le costaba tomar decisiones, su cariño no vacilaba.
Ella era una chica bastante popular, pues su actitud amable a menudo atraía a la gente, llenándose de amigos y pretendientes, siendo su mejor amiga Mitsuri, una chica bastante peculiar y enamoradisa, sumamente positiva e inocente, con la cual había hecho una gran amistad desde el momento en que se conocieron.
Shinobu no era de las personas que creían en el karma o en el destino, pero si alguna de las locuras de las que le hablaba su mejor amiga eran ciertas, entonces en su vida pasada debió haber salvado al mundo de una gran amenaza, pues no podía describir su vida de otra manera más que maravillosa.
No obstante, mentiría si dijera que los momentos de melancolía y tristeza sin motivo aparente no le habían sucedido, pues generalmente le pasaba cuando miraba algo de color azul profundo, pero eso no había sido todo, durante su niñez, sus padres la habían llevado en dos ocasiones distintas junto a sus hermanas a un lago de vacaciones, pero las dos veces le había causado el mismo sentimiento de vacío y aflicción.
El lago era hermoso y estaba lleno de un aura de serenidad que sin duda llenaría a cualquier persona de paz y calma, pero en cambio ella en cuanto estubo rodeada de ese lugar, un sentimiento de anhelo y tristeza la embargo, como si le faltará algo que añoraba profundamente pero ni siquiera sabía que era, su estado de humor hizo que en ambas ocasiones sus vacaciones terminaran antes de lo previsto, sin embargo la segunda vez sus padres decidieron que no volverían a ir al lago, pues no les gustaba ver a su hija de esa manera.
Shinobu ya había crecido, ahora estaba en la universidad, estaba saliendo de una clase para dirigirse a otra cuando sintió la necesidad de ir hacia el lado contrario, iba a mitad de pasillo cuando vio a un chico doblar la esquina en el extremo del pasillo.
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Ambos se miraron por unos momentos, mientras todos esos sentimientos de añoranza y anhelo tomaban posesión de ellos, estrujando sus corazones, sin saber cómo ni cuando, ambos ya estaban abrazados fuertemente, derramando lágrimas sobre el hombro del otro, sintiéndose plenos, completos, una gran felicidad llenaba ese vacío que siempre habían sentido a pesar de tener vidas tan hermosas, una felicidad que solo se podía describir como la que uno siente al reencontrarse con alguien después de mucho tiempo.
En ese momento ambos se dieron cuenta que habían nacido para encontrarse el uno al otro, que era su destino estar juntos, porque esa persona con la que se acababan de encontrar los hacia sentir completos.
Después de un tiempo, ambos terminaron el abrazo, contemplandose el uno al otro con ojos llorosos.
"¿Yo te conozco?"
"No lo creo........pero creo que nuestros corazones si lo hacen"
Los dos sonrieron ante la declaración tomandose de las manos.
15/01/22