Capítulo 1: El rumor

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Amon

¿Hay algo más importante que las llaves? ¿Que te permita tantas cosas?¿Que te abra tantas posibilidades?

No, no lo hay.

Desde abrir una puerta, hasta encender una televisión o preparar comida, las llaves, sirven para todo y cada una tiene su función específica, un número limitado de veces, claro. Si no, que función tendrían los cerrajeros.

Nosotros... Es decir ellos, los cerrajeros, fabrican las llaves mágicas para hacer de todo. Desde hacer la cama hasta lanzar un cohete al espacio. En este momento de guerra, no hay nada más valioso.

Y yo entreno para ser un cerrajero, para manejar las llaves y la magia detrás de ellas, para averiguar lo que se esconde detras de cada cerradura, para reparar las cosas cuando no quieran abrir... O no quiera cerrar.

Camino por las calles de mi ciudad natal San Francisco mientras me envuelvo en el aire denso del verano, internandome en las grandes avenidas y las multitudes de personas apuradas.

Salí de la casa a las 6:30 y me dirijo a el templo de cerrajería que queda a un par de kilómetros y puedo llegar rápidamente en tren.

Cuando llego a la estación que está a unas cuadras de mi casa espero pacientemente el tren que sale en 7 minutos.

Me acerco a una columna donde hay varios anuncios, la mayoría refiriéndose a la guerra entre los dos imperios, a la venta de llaves con más tiempo de uso o más bonitas.

Agarro el que habla del tiempo de uso de las llaves y me lo guardo en el bolsillo de los pantalones.

Justo entonces suena la sirena del tren y me acerco a una de las puertas mientras busco una llave en mi gran llavero, la gente hace lo mismo.

Rebusco hasta que al final encuentro una con un tren el la parte superior, con una pequeña fecha grabada justo debajo, la fecha de caducidad de la llave.

La acerco a la puerta del tren y una cerradura se muestra justo delante. Inserto la llave y la giro dos veces. La puerta se abre y entro para buscar un asiento. A esta hora el tren está mayormente vacío.

Cierro los ojos e intento volver a conciliar el sueño, sin embargo me quedo escuchando lo que dice la gente a mi alrededor.

- ¿Decís que Vernon me engaña? - pregunta una chica a su amiga dudosamente.

- Es que me caducó la llave de comida, ¿La podés hacer vos esta noche? - dice una señora hablando por teléfono.

- ¿Vos crees que existe de verdad? Ja ¿Te imaginas no tener que preocuparse más por la llave de nafta? Viviría tan relajado - comenta un hombre que está hablando con otro.

Ese último diálogo me interesa, pensaba seguir escuchando pero de pronto el tren llega a mi estación y los hombres se callan.

Camino las pocas cuadras que me separan del templo hasta llegar a el. Es un gran edificio de mármol muy antiguo. Parece majestuoso pero detrás se asoman las chimeneas de las fraguas y le de un aire mucho más artificial, casi ficticio.

Subo la pequeña escalera junto con algunos otros aprendices. Todos ensimismados pensando en sus propias cosas.

- ¿Escuchaste la leyenda? - dice Eloise hablando con Alice - La de la llave quiero decir.

- Suena imposible ¿No? - responde su interlocutora fascinada - ¡Dicen que sirve para todo!

Las chicas se entran rápidamente al edificio y yo me quedo atrás.

El CerrajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora