En un inicio creyó que besar a Mariana sería sencillo, como también quiso creer que el recelo que le provocó Ferrán fue únicamente porque tenía miedo de ver herida a la madre de sus hijas; sin embargo, después de volver a probar los labios de la castaña, pensó que pudo haberse equivocado.
Ana se relamió los labios nerviosa, percibiendo todavía el sabor de Mariana en su boca, mientras todos sus invitados continuaban mirándolas atónitos. Podía notar la inquietud de la morena, quien parecía mantener su mirada intercalada entre Ferrán y el absoluto vacío.
–Bueno... ¿acaso nunca han visto nunca a dos mujeres besarse? –la ojiazul se atrevió a hablar con un tono jocoso para aligerar el ambiente, soltando una sencilla sonrisa, a la vez que aferraba su mano a la de la otra mujer.
***
–¿Qué se supone que estás haciendo? –le preguntó su futuro exmarido ni bien vio la oportunidad de interceptarla durante el evento– Por un momento creí que buscabas arreglar las cosas. –mencionó con reproche– ¿Me invitaste únicamente para mostrarme ese acto?
Juan Carlos parecía más desconcertado que molesto, agitaba los brazos con incomodidad, sin terminar de comprender lo que acababa de presenciar junto a los demás.
–No empieces una escena. –le advirtió, plasmando una falsa sonrisa, a fin de evitar llamar la atención– Tarde o temprano te tenías que enterar, así que mejor que sea temprano, ¿no?
–Lo siento, pero no me creo este numerito que están haciendo. Te conozco mejor que nadie y sé que no eres lesbiana. –afirmó sin titubear– No entiendo la finalidad de esto, solo sé no me harás retroceder.
Ana inhalo fuertemente, tratando de calmar sus nervios mezclados con una creciente ira, mientras su mirada permanecía impasible.
–No, hace mucho que dejaste de conocerme. –susurró con frialdad– Eres la persona menos indicada para definir quién soy y lo que quiero. –mencionó indignada, controlando su rabia para evitar perder el control frente a los invitados– Sé lo quiero.
–¿A Mariana? –preguntó con un tono divertido, todavía sin terminar de creérselo.
–Sí. –respondió de inmediato, sin un atisbo de inseguridad en su respuesta, ganándose una mirada nerviosa de su futuro exmarido, quien empezaba a dudar un poco de sus propias afirmaciones.
Sin embargo, la reacción de Juan Carlos no fue nada comparada a la de Ana, pues la misma rubia se asustó ante la convicción que usó en su declaración. Las palabras simplemente habían salido nadando de su boca, fluyendo con tanta facilidad que tuvo que autoconvencerse que el único significado que había detrás, se relacionaba a la gran amistad que sostenía con Mariana.
Ya sintiéndose bastante inquieta, Ana decidió no alargar más la conversación, mucho menos cuando advertía varios ojos curiosos puestos sobre ellos, por lo que aprovechó que Ceci y Rodrigo se dirigían hacía ambos.
–Sé que deben estar confundidos y con muchas preguntas, les prometo que hablaremos en casa. –endulzó el tono al dirigirse a sus hijos, a la vez que les acariciaba las manos– Y, Juan Carlos, no necesito que me creas. –mencionó con frialdad, mirándolo de reojo al despedirse.
Continuó recorriendo la sala, saludando a un par de conocidos y ganándose pícaras sonrisas de desconocidos. Cuando ya comenzaba a irritarse por la desaparición de Mariana, logró vislumbrarla a lo lejos. Parecía tener una discusión con Pablo, quien terminó saliendo molesto del lugar.
–¿Todo bien? –la rubia posó la mano sobre su brazo, haciéndola saltar ante su repentina presencia– Lo lamento, no quería asustarte, llevó buscándote desde hace un rato.
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Frente a ella
RomanceDecidieron fingir una relación sabiendo las consecuencias que acarrearía, la inestabilidad que le daría a ambas vidas, pero la de Ana no necesitó de mucha ayuda para ir a parar a la deriva, su mundo ya se había puesto de cabeza desde antes de la lle...