La astronauta perdida y su universo

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Jennie podría decir que todo momento junto a Lisa era importante, pero claro que tenía días específicos, sucesos especiales para contarle a sus descendientes junto a aquella maravillosa muchacha

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Jennie podría decir que todo momento junto a Lisa era importante, pero claro que tenía días específicos, sucesos especiales para contarle a sus descendientes junto a aquella maravillosa muchacha.

Uno de esos sucesos, ocurrió durante año nuevo, quizás el más importante de todos, con una Lisa de apenas diecinueve años y con Jennie de dieciocho.

Cuando el reloj tocó las doce, y los vasos y copas se encontraban unos con otros en pequeños chasquidos, tantos al mismo tiempo que Jennie los comparó con cascabeles.

Miró a Lisa, a su lado, quién le sonrió, sus mejillas estaban rojas por el alcohol, chocaron sus copas para dedicarse el año nuevo.

Apenas estaba tomando el primer sorbo de aquella copa de champagne, que no le gustaba para nada, cuando sintió el cálido aliento de Lisa en su cuello, la hermosa voz de su amiga se escuchó susurrando sobre su oído.

—Necesito decirte algo.

Jennie automáticamente asintió, giró un poco su rostro para verla, pero Lisa estaba tan peligrosamente cerca de ella que se detuvo, mirándola de reojo.

—Afuera —dijo la otra, su rostro estaba serio.

Y tuvo un extraño miedo en su interior, las estrellas en sus ojos temblaron por aquel sentimiento.

No soportó más de un minuto la intriga, dejó su copa sobre la mesa y corrió su silla hacia atrás hasta que logró salir entre el pequeño espacio que había entre cada asiento con todos los invitados.

Siguió a Lisa hasta su cuarto, no se sorprendió cuando la mayor salió por la ventana de su cuarto enganchándose en la escalera que ella había instalado para facilitarle la tarea de subir a su techo para ver las estrellas, Jennie la siguió, inconscientemente había comenzado a morder su labio por lo extraño de esa situación.

Ya en el techo, la fría brisa hizo que un escalofrío lo recorriera.

—¿No trajiste abrigo? —preguntó Lisa, al verla abrazar su cuerpo en un intento de calentarse, la mayor se quitó su saco, de mezclilla y con un tigre bordado en la espalda, por dentro tenía una tela bastante peluda que abrigaba muchísimo, la acomodó sobre los hombros de la castaña, quien le sonrió de forma pequeña y extremadamente bonita, haciendo que se congelara unos segundos.

—¿Lili? ¿Qué querías decirme? —preguntó Jennie, su voz sonó sutil.

Lisa asintió, fue cuando reaccionó finalmente, buscó las manos de Jennie, tomando las suavemente, haciendo que las mejillas de la menor se tornaran rojas y las estrellas de sus ojos se multiplicaran.

—Jennie, encontré lo que estaba buscando desde pequeña- dijo, la otra no entendió sus palabras, sus cejas se frunciera un poco.

>> No sé si tú ves todo lo que haces, Nini, no sé si lo haces a propósito... Pero te sale muy bien- la mayor sonrió—. ¿Sabes que eres la única por lo que cambiaría todo el cielo, verdad? No me alcanzan los deseos de todas las estrellas fugaces para pedir todo lo que quiero para tí, Jennie.

>> Me dijiste que me dejarías cuidar tu corazón, y quiero hacerlo, Nini, y lo cuidaré más que todo en el mundo, lo cuidaré más que a mí telescopio porque vale más que todas las estrellas del universo, porque tú vales más que todo el cielo y espacio completo. Pero sólo si me dejas hacerlo, Nini.

>> De pequeña quería descubrir una estrella, no me di cuenta que la tuve al lado mío toda mi vida sino hasta hace poco... Eres la más dulce estrella, Jennie.

>> Lo que quería decir con todo esto es... Me gustas, mucho, más que ver el cielo, me gustas más que las estrellas y que todo lo del espacio.

>> Podría decir que eres mi universo, Jennie.

Se miraron a los ojos, ambas estaban muy ruborizadas, y la menor se mordía el labio para retener una risa.

Le encantaba cómo Lisa había dicho tal confesión comparándola con lo que ella más amaba en el mundo, lo único que en toda su vida podría decir que había puesto toda su atención, su cariño y fascinación.

Y que dijeron que ella era más que todo aquello hacía que se sintiera extraña.

—Jennie... —la voz de Lisa sonó tímida—. Dime qué opinas de eso —murmuró.

Y es que Lisa nunca supo cómo leer del todo bien a Jennie, cuando creía saber algo sólo faltaba mirar aquellos ojos de universo para saber qué no sabía absolutamente nada.

—Lisa, creo que también me gustas —confesó la menor, haciendo al otro sonreír—. Pero me gustas desde hace tanto tiempo que nunca me dí cuenta que era así... No veo a nadie brillar más que tú, no encuentro a nadie con el que el tiempo valga tanto como cuando estoy contigo —rió con nervios, ni ella sabía que tales palabras podrían surgir de sus labios—. Y si yo soy el universo, tú eres mi astronauta perdida, Lili.

Ambas rieron, ambas estaban ruborizadas.

En el silencio ellas no buscaron palabras, estaban muy cómodas encajadas en el silencio de la otra, con su sola presencia, aliviadas por ser correspondidas, porque todo sea tan mutuo.

Eran la una para la otra.

Fue Lisa quién se acercó primero, había dejado de ver los ojos de Jennie, porque le daban muchas dudas, en cambio, se había fijado en sus rosados labios, y fue la primera vez que fue hacia ellos, estaba segura que no sería la última.

Se unieron en un beso suave, con los ojos cerrados, Jennie no notó a Lisa brillar más, pero sintió esa luz sobre su piel, un suave cosquilleo que contagió todo su cuerpo, una corriente eléctrica que recorrió a ambas.

Y la astronauta perdida se hundió más profundamente en su universo.

Y la astronauta perdida se hundió más profundamente en su universo

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Sweet Star | Jenlisa G!P (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora