Introducción

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Mi pesadilla comenzó tras el rechazo y abandono de mi padre.

Éramos una familia feliz, o eso creía yo, siendo hija única y con un hermanito en camino, salíamos de paseo, jugábamos juntos, todo lo que hace un niña común de once años con sus padres.

Me levanté por unos fuertes gritos, bajé las escaleras de mi casa encontrándome con mi padre borracho pegándole golpes a mi madre en su barriga de siete meses.

─¡Eres una zorra!─ le dio una patada─ ¿Te las pasabas bien engañándome con el vecino?─ otra.

─Yo no te engañaba─ la agarró del pelo.

─¡Mentira!─ la soltó haciendo que se diera un golpe en la cabeza.

─No grites, vas a despertar a la niña─.

─¡Me la suda la niña! Solo te aguantaba por ella y ahora resulta que todo este tiempo has estado mintiéndome. No me sorprendería que fuera de uno cualquiera─ le dio otro golpe en la tripa─.

─¡Basta, papá!¡No la pegues más!─ me metí en medio recibiendo un empujón.

Recogió su chaqueta y salió de casa. Para ya no volver. Al día siguiente tuvimos que ir al hospital urgentemente pues mi madre sentía un terrible dolor en el vientre.

─Lo sentimos señora─ dijo el doctor entrando a la habitación─ Ha perdido el bebé─ mi madre se puso a llorar y el médico decidió dejarnos solas. Me acurruqué a su lado y ella me abrazó.

─Tranquila pequeña, todo mejorará─ dijo mientras acariciaba mi cabeza.

Desgraciadamente no fue así.

Nos tuvimos que mudar de casa pues mi madre no trabaja y nos manteníamos con el salario de mi padre, el cual era bastante alto, no pudimos venderla pues estaba a nombre de él así que nos tuvimos que buscar la vida. Mi madre se iba de noche a trabajar y llegaba a casa a altas horas de la madrugada con marcas por todo el cuerpo. Yo no era tonta, tenía catorce años y sabía en lo que estaba trabajando mi madre, yo la intentaba convencer de que buscara otro tipo de trabajo, pero ella siempre me decía que la pagaban bien y que ya no lo podía dejar.

Con mis recién dieciocho años cumplidos, llegué a casa del trabajo, donde era camarera de una pequeña cafetería. No había ni un solo ruido, y eso me extrañó pues mi madre siempre se encontraba limpiando durante el día. Fui buscando cuarto por cuarto buscando a mamá. En la cocina, el salón, la habitación, hasta que llegué al baño. Mi madre había dejado una carta en el lavabo y ella se encontraba en la bañera con agua helada y cortes en sus brazos. Llamé a la ambulancia y en cuestión de minutos muchos médicos estaban dentro de mi casa llevándose el cuerpo de mi madre.

Querida Ruby,

No espero que me perdones por lo que te he hecho, pero yo ya no podía más, cada día manchaba más mi nombre desde que tu padre nos dejó. Hace unos días me enteré por terceros que se había vuelto a casar y ya tenía una nueva familia con tres hijos.

Recibir esa noticia fue la gota que colmó el vaso, quise esperar a que cumplieras la mayoría de edad, para que pudieras ganarte tu sola la vida y no depender de alguien como yo lo he hecho.

Quiero que sepas que tú siempre serás mi pequeña joya, pase lo que pase, hagas lo que hagas.

No me arrepiento de mi decisión, la vida que tenía no era vida, y solo me mantenía en pié por ti. Ahora sé, que eso ya no era suficiente. Tu no tienes la culpa de nada, pero quiero pedirte un favor, demasiado teniendo en cuenta todo lo que te he hecho. Si alguna vez vuelves a ver a tu padre, hazle sufrir, me da igual que lo mates, lo hagas con su familia, no me importa, pero dale donde más le duela y no tengas piedad. Mató a tu hermano y por su culpa también a tu madre, se merece un castigo y no seguir feliz después de haber destrozado nuestra familia. No confíes en nadie, recuerda que, el diablo antes de ser diablo fue ángel y yo me arrepiento de no haberlo sabido antes.

Te quiere y siempre lo hará, tu mami.

Abracé con todas mis fuerzas la carta mientras caían lágrimas por mi rostro y me juré a mi misma vengarme algún día.

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