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─Nos complace presentar, a la joya favorita de todos─ se escuchó un redoble de tambores─ ¡Little Diamond!─ puse cara de asco al escuchar los aplausos de todos los viejos que venían aquí para tirarse a alguna chica sin dinero o hacerse una paja en su casa imaginándose a las bailarinas.

Se escuchó de fondo la canción de The Weeknd "The Hills" y me acerqué a la barra de metal acomodándome la máscara que hacía juego con mis ojos azules.

No me gustaba mi trabajo, pero necesitaba trabajar de algo que me pagaran medianamente bien y con el sueldo de la cafetería no tenía ni para empezar. Así que seguí los pasos de mi madre. Independientemente de lo que hizo hace cinco años, ella siempre fue un ejemplo a seguir para mí, y lo seguirá siendo, hay que tener mucho valor para hacer todo lo que ella hizo por nosotras.

Empecé a bailar la coreografía que había practicado esta semana en la barra de Pole Dance y escuchaba los silbidos y aplausos de los hombres del local. Yo solo era una bailarina, por lo que estaba totalmente prohibido tocarme. Terminé cayendo sobre el escenario abriéndome de piernas y fui al backstage.

─Diamond─ aquí nadie sabía mi verdadero nombre, por motivos de seguridad o algo así, me daba igual─ Te han pedido para la sala siete─ suspiré y asentí a mi jefe─ Y te ha pedido para lo que queda de día─ era la primera vez que pedían bailes para toda mi jornada, solían ser bailes de media hora o una hora como mucho. No de tres horas. Pero bueno, yo solo cumplo años─ Ha sido muy generoso, sé amable.

Entré a la habitación y preparé las cosas.

─Le recuerdo las reglas─ dije fría y seca─ Tiene estrictamente prohibido tocarme, si no cumple eso será expulsado del local permanentemente con un golpe en la cara de mi parte─ levanté la vista al escuchar unas graves carcajadas encontrándome con unos ojos verdes que imponían con solo mirarlos─ Eh... Disculpe─

¿Por qué te disculpas?

No estés nerviosa Ruby, es solo un caliente, sexy y guapo cliente.

─Cuando quieras─ me dieron veinte orgasmos al escuchar su voz. Mis manos y piernas temblaban, apostaba todo mi sueldo de un año a que estaba más roja que un tomate y me trababa al hablar. Puse mi playlist del trabajo y comenzó el espectáculo.

No recuerdo cuanto tiempo llevaba, pero escuché como sus pasos se dirigían hacia a mí, miré mis pies nerviosa y sentí como echaba mi cabellera castaña hacia un lado. Sentí su aliento aliento en mi clavícula derecha y pasó su lengua por ella. Definitivamente tendría que buscar a Dan después de esto. Estaba ardiendo, no creo que en mi vida hubiera estado tan caliente como ahora y la canción de "I See Red" no ayudaba para nada. Sentí como metía algo en mi escote y salía de la habitación.

Saqué el fajo de billetes y lo conté. Ahí...ahí había más dinero del que ganaba en un año.

─Cincuenta mil─ Grace y yo terminamos de contar el dinero─ Por Dios Ruby, aquí hay casi el mismo dinero que cobras en tres años y eres la que más gana, imagínate en comparación conmigo─ guardé el dinero en una hucha─ ¿Que haces?─ me preguntó─ No tendrías que volver a trabajar en esta mierda con ese dinero─.

─Tengo que ahorrar, nunca se sabe cuando voy a necesitar el dinero─ la dejé sobre la mesa para esconderla cuando ella se fuera, era mi mejor amiga y en ella confiaría incluso mi vida, pero el diablo antes de ser diablo fue ángel como me dijo mi madre, ella me demostró que no se debe confiar ciegamente en las personas porque cuando menos te lo esperas te apuñalan por la espalda. El timbre sonó indicando que Dan ya estaba aquí.

─Tu príncipe azul ya está aquí─ se levantó y cogió el bolso.

─Sabes que no me interesa lo más mínimo─.

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