Capítulo 9.

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Prem suspira derrotado al encontrar su mirada con la de Boun, brillante y
preocupada, amenazando el llanto. Asiente y se endereza en el asiento, llamándolo silenciosamente a que se una en el sofá, para hablarlo como deben y como lo que son: Adultos.

—Realmente estaba dispuesto a fingir que no había pasado nada.— comienza el pelinegro, manos entrelazadas sobre las rodillas —Más por tu bien que por el mio.

Boun asiente, con la boca seca.

—Lo lame-

—No lo hagas.— interrumpe el médico, con media agria sonrisa en los labios —
En todo caso, yo lo siento. Fui yo quien te metió al armario de escobas para empezar.

Prem, inevitablemente, se ríe ligero, contagiando al chico a su lado.

—Fue ese juego tonto, verdad o reto.

~

—Reto.— Boun acepta, con magistral madurez, la mirada malvada que le dedica Mike desde su asiento, en la punta de la botella.

—Te reto a entrar con Warut, ahí.— señala el armario de escobas y el círculo en el suelo comienza con los gritos y sonidos incómodos.

—Pan comido.— Boun se pone de pie, tropezando con sí mismo dada la cantidad de shots en su sistema —Andando, esposo.

Toma de la mano al pelinegro y lo levanta, pero Mike alza un dedo impidiendo al matrimonio amistoso irse.

—No he terminado.— dice sonriendo con malicia —Entren ahí, durante diez minutos.— sacude la mano, pidiendo al par que se retire —Ya saben cómo funciona, si no se besan como mínimo, lo sabré. Y habrá un castigo.

~

—En la preparatoria ese juego era menos intenso.— Prem rememora la nochne anterior, donde Boun se fue sobre sus labios dispuesto a dejarle marcas que Nink pudiera verificar —Temo por las generaciones actuales.

Se golpeó contra algo, está seguro, pero le importa un carajo cuando Boun le come la boca y le roba el aliento, gruñendo contra sus labios y restregando su cadera contra la suya Prem quiere abrir los ojos y alejarlo por su bien, antes de que todo se salga de control y terminé haciendo algo de lo que definitivamente se va a arrepentir después.

Pero su cuerpo parece mucho más sensible, el sabor a vodka de Boun le quema la lengua de una forma deliciosa y sabe que no habrá otra oportunidad como esa en mucho tiempo o quizás, nunca.

Así que con todo el dolor de su erección, se separa, sujetando las mejillas ardientes de Boun entre sus manos.

—Boun, escucha... Escúchame un momento.

—Mmhhg...— se remueve, molesto por haber sido interrumpido cuando comenzaba lo mejor —¿Por qué me quitas?

—Tú no quieres esto, Boun, ¿Qué hay de Nink, eh?— insiste, tremendamente
triste por recurrir a ello pero está seguro que Boun lo habría considerado, además no pueden simplenmente olvidar que tiene novia.

Boun saca la lengua, en una mueca de asco exagerado.

—Nink... Ella no me gusta más amigo...— sacude la cabeza, como tratando de
enlazar sus pensamientos —Me aburrí, no sé... Me tiene castigado ¿Sabías eso, hnm?

—Boun, hay que salir de aquí.

—Dijo que soy muy brusco.— el pelinegro continúa, con un puchero en los labios —Que le dejo marcas, que la lastimo, y no es mi culpa, ¡Prem!— sus ojos se llenan de lúgrimas —Yo la quiero, no quiero lastimarla, pero... Es tan pequeña... Tan delgada...— se limpia con ambas manos la cara y suspira —¿Tú crees que soy un monstruo? ¿Crees que soy desconsiderado?— Prem se apresura a abrazarlo y levarlo a su pecho, mientras el chico llora.

—No, no, Boun, todos somos diferentes en la cama ¿Okey? Eso no te hace malo, no lo hace en absoluto.

Boun asiente, sintiendo las débiles caricias temblorosas en su cabello. El pecho de Prem es fuerte, es firme, se ejercita todos los dias y siempre huele bien, como a bosque, a fresco, a hierba mojada y aspira su fragancia, cautivado por el aroma Prem está diciendo algo, lo sabe porque su pecho vibra y su espalda está tensa bajo sus manos, pero no está poniendo atención a las palabras, porque los brazos del pelinegro lo rodean con fuerza y sabe que no va aromperse, que no va a hacerle daño, que si lo sigue besando en el cuello y lo muerde o succiona demasiado fuerte Prem no se quejará al día siguiente, no tendrá que maquillar las marcas.


—No recuerdo mucho, sinceramente. Incluso pensé que estaba drogado pero sé que no es así...— se talla los brazos, sintiendo el frío del atardecer en el ambiente.

—No lo hagas, no hace falta.

—Claro que hace falta.— se endereza, mirando de frente al pelinegro a su lado —Hace falta porque pasó y no podemos seguir fingiendo que no follamos, Prem.

De pronto queda un silencio tan repentino en el ambiente, que incluso hace daño de forma fisica. Prem traga saliva de forma perfectamente audible y se pone de pie, dispuesto a salir de ahí y meterse a su habitación hasta el siguiente día cuando deba ir al hospital al turno de la tarde.

—¡¡Prem, espera!!

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