Capítulo 1: BalloadA

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26 de enero de 2005

-"Va a ser un día frío"... musitó una débil voz desde el fondo de la  habitación, que más que una sala de partos parecía una floristería. Casi no se podía caminar de la cantidad de cestillas y ramos que había, enviadas por personas que, en su inmensa mayoría, no les importaba lo mas mínimo el nacimiento del chico. Quiero pensar que el motivo por el que mandaban todo eso, (que a los dos días se iba a tirar), era educación y no puro interés. Los únicos importantes realmente eran los enviados por familiares cercanos, que se pasarían por allí al día siguiente.

 El hombre que estaba cerca de la ventana se giró para ver a su mujer.

-"Al fin despertaste cariño, cómo te encuentras¿?"  Al instante se iluminó toda la habitación, con el resplandor de un rayo que al caer recordó a un grito agudo, propio del berrinche que las  nubes estaban teniendo esa madrugada.

-"Esperemos que el niño sea mas tranquilo", bromeó el hombre. La madre primeriza ni sonrió, estaba demasiado cansada para esas cosas, acababa pues de pasar la que durante mucho tiempo recordó como la peor noche de su vida...hasta 18 años después, que perdió el título frente a  "aquella noche"

Eran las 4:30 de la mañana, no granizaba porque la humedad se lo impedía, pero frío sobraba. Las nubes no dejaban cuartel al sol, que luchaba por asomarse y alegrar un poco aquel día, ahogado por las gotas de los innumerables lamentos que formaban el aura del hospital...a excepción de la planta de ginecología, que presumía de ser la parte mas alegre y bonita del hospital. En vez de escuchar desgracia, escuchabas felicidad, la ilusión de los padres y familiares de las recién nacidas criaturas, que se hallaban puras y frágiles, carentes de la maldición de la humanidad...el pensamiento.

La mujer pareció recobrar la fuerza por un instante, preguntándole a el que en ese entonces era su marido "dónde esta el niño, porqué se lo llevaron" su tono de voz se alteró y su respiración se fue acelerando, hasta el punto de que solo era capaz de respirar. "Quiero verle, necesito verle, el es lo único que me importa en este momento"  fue lo que alcanzó a decir antes de perder el conocimiento. Al instante entraron los enfermeros por la puerta, alertados a través del telefonillo por el hombre, que a pesar del desfallecimiento de su mujer, se mostraba tranquilo y frío, aliviado de que lo que el creía que era lo difícil ya había pasado, pensando que todo lo quedaba por delante sería genial, precioso, una experiencia que le enriquecería y llenaría su vida.. que bonita la ignorancia para el ignorante. 

Se sentó en la sillita reclinable característica de los hospitales, de color azul gastado y ligeramente coja, dispuesto a descansar y dejar que el trajín del parto pasara a formar parte del pasado. El motivo de que se llevaran al pequeño era la marcada prematuridad que presentaba, y tendría que estar en incubadora durante unos días. Antes de quedar dormido, hizo un esfuerzo por recordar la cara de su hijo. Semejaba tan débil e indefenso. En aquel momento, su percepción de la vida cambió. Pasó de ser un adulto con una vida que no quería vivir, con personas con las que no quería vivirla, a encontrar un motivo para seguir adelante.

2 semanas después ya estaban los 3 en casa, con el alta de la madre listo. El motivo de la tardanza en recibir el alta era que, durante el parto, fue necesario practicar una histerectomía      (extracción del útero tras un nacimiento por cesárea). Esta práctica es extremadamente extraña y muy poco común, con un porcentaje de aparición de 1 entre 1 millón. El hecho de que ella estuviera recuperada físicamente no significaba nada, ya que el daño psicológico que tenía que afrontar era muy grande, tanto que al mes le diagnosticaron una depresión postparto, provocada entre otras cosas por la perdida de ese símbolo de fertilidad que es el útero.

El sueño de la madre del pequeño era tener una hija de su propia sangre, pero tras perder el útero en el incidente del parto, se convirtió en un sueño ahogado mas, la primera gota que caería en el vaso que hasta ese momento había permanecido vacío. Lo que en ese momento se convirtió en un problema para ella, en unos años crecería, emergiendo en forma de odio en su estado más puro.

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