Lina
Habían pasado unos meses desde aquella noche tan mágica y especial. Todas mis mañanas se habían llenado de una atmósfera tan dulce y encantadora, aunque, a veces, las náuseas matutinas no me apañaban demasiado.
Sin embargo, este amanecer había sido uno de los afortunados y bien que mi cuerpo resistió aquel síntoma tan pesado e incómodo.
- ¿Nos vamos juntos a la Ópera? Justo me desperté temprano.- le dije, sonriéndole y con una energía bárbara. Me había acostado bien temprano ayer, así que, descansé de mejor manera.
Me devolvió la sonrisa, acercándose a mí.
- Si lo deseas, por supuesto.- me abrazó, con demasiado amor. Me acurruqué en él mientras duró la unión.- Hoy será un gran día, ¿no?
- Un hermoso día, mi Erik.- le contesté, de inmediato. Últimamente, todas las jornadas empezaban así, tan lindas y esperanzadoras, como si una tormenta de puras buenas vibras nos estuviese acometiendo y nosotros estuviésemos mojándonos con su esplendor.
- Entonces, desayunemos y partimos, ¿te parece?- asentí, sonriente. Nos sentamos y comenzamos a comer.
Ahora, los desayunos también eran distintos, tal cual algo los hubiese dotado de lo más hermoso y especial. Estábamos más encantados y fascinados con todo y es que, veíamos y experimentábamos una magia inolvidable.
Creo que, los dos estábamos encerrados en esta aura magistral por el hecho de estar aguardando un suceso especial, dos momentos que sin duda serían excepcionales.
Ya habíamos empezado a planear nuestra boda, solo usando la imaginación al principio, pero sí que contó aquel progreso, en especial, luego de contarle a nuestros amigos las dos bellísimas noticias. Jugábamos con las distintas imágenes que se formaban en nuestras cabezas y encendíamos y provocábamos una lluvia de ideas preciosa, la cual estaba sumida de la más pura ensoñación. La decoración tomaba forma cada día y nos reíamos con las bromas que salían de aquellas conversaciones tan dulces, tan empalagosas por estar repletas de amor, de ternura entre los dos. Además, después de unos días, Christine y mamá me fueron incentivando a que viéramos cómo sería todo, cómo quería que saliera aquel día tan especial.
Fue ahí que comencé a darme cuenta de lo maravilloso que era el estar en este contexto, en lo lindo que se sentía formar parte de esto y ser una de las protagonistas. Mis sonrisas afloraron y se hicieron implacables e indómitas en cada día, nadie podía quitármelas y tampoco deseaba abandonarlas.
De hecho, mirando hacia atrás, no puedo negar que fue una sorpresa tremenda el comunicar ambas cosas durante el mismo día, pero ya no dábamos más de la emoción y no podíamos guardarnos todo por más tiempo. Cada persona que se cruzaba con nosotros y que nos conocía muy bien, se daba cuenta de inmediato de que, teníamos una especie de brillo único y magistral y no hacíamos demasiado por ocultarlo, pues nos era casi imposible.
- Está exquisito este jugo...- comenté, haciendo sonreír a mi prometido. Sonaba bellísimo, ¿no? Es más, desde que Erik supo la noticia de nuestro bebé, comenzó a velar por mi completo bienestar, incluso más de lo que ya lo hacía antes. Me cocinaba cositas deliciosas y sanas, como jugos de todos los sabores posibles, o me dejaba todos los ingredientes para que pudiese preparar lo mejor para mí, porque ahora sabía hacer mi propia comida, ya que Erik me había enseñado, junto a mi mamá.- Lo amé.
Me miraba risueño, muy tranquilo y ameno.
- Me alegra muchísimo que te haya gustado.- y sabía que era así. De hecho, veía cómo se esforzaba por hacerlo lo más rico posible y eso me hacía sentir muy en deuda, pues llevaba bastante tiempo y dedicación.- ¿Está todo bien con el desayuno?
ESTÁS LEYENDO
El Rastro de Nuestro Amor en la Eternidad [Fanfic de "El Fantasma de la Ópera"]
Fanfiction{Secuela del fanfic "Los Límites de Nuestro Amor Eterno"}♡. Nada podía ser más perfecto, una vida llena de luces y realmente excepcional. Los años habían hecho su trabajo y, ahora, tenían a aquellos dos amantes, puros y tiernos, bajo una nube de esp...