xi. routine

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Ginny Weasley

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Ginny Weasley

Advertencia: Ninguna.

A HARRY LE gustaba el orden, tal vez era un hábito que tenía por su niñez

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A HARRY LE gustaba el orden, tal vez era un hábito que tenía por su niñez. Cuando vivía en la casa de los Dursleys debía ser ordenado y silencioso, o tenía consecuencias.

Ahora tenía 42 años y esa costumbre no se le había quitado en todo ese tiempo.

Sin embargo ahora su rutina no era la misma; si sus hijos estaban en casa durante las vacaciones entonces él sería el primero en despertar, y por los primeros veinte minutos consecutivos de eso miraría a su lado a Ginny que aún dormía, y sonreiria como idiota sin siquiera darse cuenta, después se levantaría y dejaría un beso en la mejilla de su esposa para después irse al baño a hacer sus necesidades y bañarse.

Una vez que estuviera bañado y vestido para estar en casa, bajaría a hacer el desayuno. Si era sábado haría huevos con tocino, si era domingo era día de panqueques; con una cucharada de chispas de chocolate en la mezcla para los niños y, cuando hubiera ya poca mezcla, agregaría colorante rosado para hacer los de Lily. Luego conjuraría un hechizo de calor sobre la mesa para que nada se enfiara y subiría a despertar a los niños.

Primero Albus, que era la primera puerta al subir las escaleras. Intentaría no hacer mucho ruido al abrir la puerta y vería a su hijo apenas enredado entre las mantas, de sus tres hijos Al era el más tranquilo al dormir, pero babeaba mucho.

—Hijo, bebé, hora de despertar, hay panqueques —acudiría su hombro suavemente para despertarlo, después de unos segundos Albus comenzaría a abrir sus ojos somnolientos y le sonreiria perezosamente a su padre.

—Hola papi.

—Hola cielo, vamos bebé, levantate antes de que Lils se coma tu desayuno —le revolveria el cabello en un gesto tierno y le besaría la cabeza dejando que se desesperezara. Después seguiría su ruta hasta la habitación de su hijo mayor, él si se hacia un revoltijo con las sábanas y almohadas al dormir; suspiraría como de costumbre y recogería las almohadas alrededor de su cama poniéndolos en la silla junto a esta—. Jamie, amor, arriba. Ya está el desayuno.

Luego su treceañero haría un sonido similar a un mujido de vaca y se revolvería más en su cama— No jodas.

—¿Disculpa? —James abriría los ojos con pánico olvidándose de todo sueño y se erguiria en la cama sonrojandose.

—Lo siento pa, pensé que seguía en mi sueño.

Harry negaría con la cabeza aunque sonreiria de lado y palmearia sus rodillas levantándose de la cama— Luego me cuentas sobre eso, anda levantate y bañate. Te esperamos abajo.

Finalmente iría a la habitación de su Lily que tenía la puerta morada y decorada con mariposas y pajaritos. Ella, a diferencia de sus hermanos, no estaba acostada en la cama cuando entraba, sino que lo esperaba parada frente a la puerta ya vestida y con el cabello aún húmedo y enredado.

—Buenos días papi —lo saludaría como siempre y le abrazaría las piernas, que era lo único que alcanzaba a su altura.

—Buenos días princesa —luego, Harry se agacharia y la abrazaría antes de levantarla para que enredara sus piernitas en su cintura y colgarla de lado. Su cepillo, como siempre, estaría en la parte de atrás de su pantalón que le quedaba como dos tallas más grande -Harry aveces no estaba del todo convencido con que sus hijos usarán ropa que les quedara tan grande debido a que aveces solía transportarse a su niñez, pero nunca les decía nada porque ellos se veían cómodos en esa ropa y él no tendría porque entrometerse-, Ginny era siempre la que se encargaba de cepillarla, Lily decía que él no lo hacía con tanta delicadeza, fingiria estar ofendido pero se encargaría mejor de llenarle el cabello con broches de colores, a Lily si le gustaba cuando su papá hacia eso.

Ginny bajaría un rato después de James y los encontraría desayunando en la barra de la cocina, vería a Harry concentrado escuchando a Albus hablar sobre que haría cuando viera a Scorpius el jueves, luego tendría que presenciar desde la entrada de la cocina como James interrumpía a su hermano con gritos emocionados sobre una nueva escoba de Quidditch, a Lily quejarse sobre cómo su cabello se le metía en la boca al comer y Harry tendría que recoger el cabello de su niña en una pequeña coleta para que comiera agusto, recordarle a James no interrumpir las pláticas ajenas y le volvería a poner atención a Albus.

Al percibir la presencia de su esposa en la cocina, Harry se alejaría un poco de la barra para que Ginny se senrara en sus piernas a desayunar. Aún sobre las piernas de su esposo, Ginny cepillaría el cabello de Lily, mientras James, bajo la supervisión de Harry, preparaba tres vasos de leche de chocolate para él y sus hermanos.

Harry era feliz con su rutina ahora, por fin era feliz de no tener que hacer el desayuno, comida y cena si no quería, sólo pedirían algo a domicilio o comerian sobras de la comida de la semana -o simplemente se invitarán a la cena de domingo de la Madriguera-. Si no quería no tenía que hacer el aseo diario de su casa, aveces incluso -cuando los niños iban a Hogwarts- él y Ginny decidían no hacer el aseo en toda la semana y en secreto mandaban a llamar a Kretcher para que les ayudara, claro le pagaban aunque el malhumorado elfo se pudiera de mal humor.

𝖤𝗏𝖾𝗋𝗒𝗈𝗇𝖾 𝖫𝗈𝗏𝖾𝗌 𝖧𝖺𝗋𝗋𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora