El canto

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El desayuno continuó con las comparativas escolares y los trabajos tan demandantes, cada primo compartió sus logros, sus empleos, la vida marital de aquellos que se encontraban casados e incluso los planes a futuro de los hijos.

Al terminar de tomar el desayuno, su madre y su tía comenzaron a recoger la mesa, Joel y sus primos ayudaron con el proceso y entonces su padre decidió invitar unas cervezas a los primos mayores y a su hermano.

Joel lo acompañó a la tienda en busca de las bebidas, pero al regresar se quedó mirando aquella casa de enfrente, recordando de repente a la chica del día anterior, entonces mientras rememoraba la escena del jarrón una vez más volvió a retraerse, su padre lo notó y acercándose a él toco su hombro y le preguntó:

-¿Te sientes bien? ¿Ocurre algo?

-Eh, no, solo me preguntaba -dijo Joel un tanto retraído.

-¿El qué? -preguntó su padre.

-¿Sabes cuándo se mudaron los vecinos de la casa de enfrente?

-Mmm no, no sabía que alguien se había mudado, lleva años deshabitada según recuerdo -repuso su padre.

-No, justo ayer vi la mudanza, traían bastantes muebles y por cierto muy peculiares, me parece que tienen dinero pues la chica, hija de la familia supongo, tropezó mientras llevaba un jarrón hacia el interior, se cayó con él y este se hizo añicos, debía ser muy caro pues su madre la regañó demasiado para mi gusto.

-Oh, pues debe ser entonces que apenas ayer se mudaron y por eso aún no he tenido el gusto de conocerlos -contestó su padre.

-No lo creo -contestó Joel, he escuchado el canto desde hace dos días, o para ser más preciso desde hace dos noches.

-Canto, ¿cuál canto? -inquirió su padre.

-El mismo de anoche, repuso Joel. Comenzó después de terminar la fiesta.

-No me pareció escuchar nada, tal vez tu madre, pero no sé, sinceramente terminé rendido, coloqué la cabeza sobre mi almohada y me quedé profundamente dormido de inmediato.

-No importa -respondió Joel, solo me preguntaba cuánto tiempo llevaba que se habían venido a vivir aquí.

Posteriormente, ambos se dirigieron al interior de su casa y Joel continúo con sus labores pendientes.

Una vez abiertas las bebidas los hombres decidieron salir a jugar un poco de futbol pues el día era refrescante y se sentía una brisa agradable, se formaron los equipos y cada cual tomó su posición, el juego se mantenía muy movido pero a Joel le costaba un poco mantener la concentración, sus pases no eran muy precisos y en varias ocasiones falló al recibir el balón, su padre le cuestionó aquella distracción pues a pesar de no ser un as del balonpié tampoco era un mal jugador, se disculpó argumentando que no había dormido muy bien y su primo comentó que se había despertado muy temprano, entonces Joel comentó que todo fue debido a aquel lindo canto nocturno, pero nadie lo secundó, al parecer no solo su primo Eduardo sino tampoco ninguno de los demás parientes había escuchado aquella melodiosa voz, era como si aquel concierto hubiera sido creado exclusivamente para él. 


A la venta -- El canto fúnebre/Historias de mi mente perturbada..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora