"Oceano"

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Un océano, eso era lo que sentía.

Estar hundiéndose en un océano oscuro, inmenso, como podía sentir el pesar del agua al llenar su nariz, su boca, sus oídos; pero no sus ojos. Ellos tenían su propio océano marcado por lagrimas melancólicas las cuáles lo desconectaban de todos sus sentidos.

Los primeros segundos fueron los más dolorosos, recuerda que fueron temor, ardor y pánico. Casi sentía una llama que abrazaba su cuello con fuerza, sus ojos picaban, pero luego fue nulo. Un sedante, tranquilidad, un sueño borroso.

No sabía si estaba vivo o si estaba muerto.

Las luces se empañaron, estaba llorando, eso fue lo último que quedó de su existencia...el triste final de Louis Styles, eso pensó.

Un golpe, lo negaba.

Luces brillantes, destellos hermosos, ojos amorosos. Harry.

Dos golpes, su cuerpo dolía.

Manos juntas, lágrimas dolorosas, despedidas tristes. Harry.

Tres golpes, la realidad.

Un corazón que latía, pulmones que añoraban, vida. Louis.

Solo Louis.

El desfibrilador marco con éxito un golpeteo en su pecho cuando en la tercera descarga lo habían regresado a la vida...como si eso fuera un alivio.

Skie.

Skie ladraba incesante, alejándose, saliendo por la puerta del patio trasero. Ladraba, ladraba como si su vida dependiera de ello, alertando a todos, a quien sea, quien pudiera ayudar. Estaba vivo por ella. Nunca pensó que ese amor que Harry y él le habían brindado se regresaría con tanta emoción, fervor, con algo más.

Mentiría si dijera que no le dolía estar lejos de ella, pero era lo mejor por el momento. La amaba, la amaba demasiado y es por eso que se sintió egoísta, iba a dejarla sola, Harry ya no estaba y en su dolor también la alejo, por ello ahora estaba con Gema, la hermana de Harry.

Louis entró a su habitación mientras se sentaba en la cama quitando sus zapatos.

— Hoy cocine un omellet japones. — comento en soledad.

— Fue un desastre, ni siquiera pude escribir una palabra coherente con la salsa...—

La costumbre de quedarse en su lado de la cama, dejar una lampara apagada y dos almohadas del lado contrario era algo que no creía poder dejar.

—Te extraño ¿sabes? — era como si con cada pregunta esperara una respuesta del vacío.

El nudo en su garganta lo hacía sentir asfixiado, lo necesitaba tanto, quizás, solo quizás, si las cosas hubieran sido diferentes, si hubiera tenido otra oportunidad, quizás Harry estaría aún a su lado, riendo mientras leía algún libro

No era su culpa, no sabía qué hacer para sobrellevar ese peso asfixiante. No sabía cómo hacer que dejará de doler el solo hecho de despertar cada día.

Las clases eran una distracción, pero él no necesitaba eso, quería sanar, tomar una diferente ruta. Quería dejar de tener fe en algo que no iba a pasar, pero honestamente, eso era lo único que lo mantenía vivo.

Un temblor se instaló en su pecho mientras sentía sus ojos arder, quería llorar, estaba cansado de hacerlo siempre, pero esa era la única manera de drenar ese deseo de volver a verlo. Mientras su respiración colapsaba en silencio apago la lámpara de su lado.

Se movió ligeramente antes de recostarse sobre su costado, dejando la mitad de la cama libre mientras miraba la puerta sin pestillo. El cansancio lo vence, y en medio de su caída lenta aprovechaba cerrar sus ojos empapados y obliga a su mente a recordar los suaves pero firmes brazos que lo envolvían desde su espalda cada noche, era más fácil cuando estaba medicado para dormir, pero era mejor que nada.

Aun podía recordar el calor de su cuerpo, la textura de su piel, sus cicatrices. Recordaba sus nudillos, sus labios besando su cabeza, su respiración lenta.

Y sin darse cuenta se durmió.

"— ¿Entonces mis ojos son como un océano? — preguntó Louis mientras batía la nata en un bowl con una espátula.

Harry negó, sacando el pastel del horno.

—No. Un océano es opaco, muy profundo y a veces es hasta aterrador; tus ojos son como un cielo, amplio, claro y brillante. Es precioso, tú lo eres. — dijo mientras dejaba el pastel en la ventana.

Se acerco a Louis, abrazando su cintura y apretándolo contra su cuerpo mientras lo miraba. Y es que es exactamente a lo que se refería, la luz de las 6 de la tarde daba el reflejo perfecto a los ojos del chico que estaba frente a él.

—Estoy completamente enamorado de ti, así que, si algún día piensas en alejarme Louis, mejor envenena mi café por que preferiría morir antes de estar lejos de ti. — dijo mientras Louis se carcajeaba."

Louis despertó de golpe, no se había movido un centímetro de la posición en la que se acostó, su almohada estaba empapada y sus ojos ardían horriblemente, estaba llorando mientras dormía.

Casi con obligación se sentó en la orilla de la cama, limpiando su rostro con sus manos antes de levantarse e ir al baño. Ya dentro se desvistió con paciencia para luego entrar a la ducha y abrir el grifo. El agua corría sobre su cabeza, ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba de pie hasta que sus dedos comenzaron a doler del frio.

Rápidamente se aseó y salió del cubículo. Se miro al espejo, mierda, sentía asco de solo verse.

— ¿Enserio te gustaba? — dijo mientras abría la puerta del espejo, sacando un pastillero con una prescripción médica pegada a este.

Tomó 3 y las ingirió una por una, sin agua.

Louis no solo había perdido su autoestima, también se había desinteresado completamente de todo lo que tuviera que ver con su salud, si se tomaba las pastillas era porque su madre se lo rogaba. También perdió esa aura particular que lo caracterizaba, extrovertido y desafiante. No había un solo rastro de ello en esa pequeña figura desaliñada con ojeras y movimientos erráticos por la ansiedad. Sus uñas estaban al borde de sangrar, algunas ya lo hacían cuando las mordía.

Era un desastre, pero, lo estaba intentando.

Tomo su ropa y el suéter de Harry antes de ponerse ropa interior y un buzo gris para volver a la comodidad de su cama, bajo frazadas gruesas que lo ocultaran de todos.


[Fe] Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora