AMIGAS

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Sabía que venir de compras con Charlotte era mala idea. ¿Saben cómo son los niños cuando ven un estante lleno juguetes? Los niños quieren todos los juguetes de la estantería. Así estaba Charlotte, quería todo lo que estaba en las tiendas.

En estos momentos, Char se estaba probando su vestido número diez. ¿La razón? Su cumpleaños número veinte sera en una semana, y hará una fiesta en la gran mansión de sus padres en Manhattan. 

Char, estaba saliendo del probador con un bello vestido de tirantes. Era de color negro brillante, tenía unas figuras de llamas de fuego color dorado al final del vestido. Era hermoso.

—Mar, ¿Se me ve bien? —, me preguntó viéndose al espejo.

De los diez vestidos que se probó, este es el que me ha gustado más. El condenado vestido, se le ajustaba a todo, sus pechos, caderas, nalgas y piernas. Se veía totalmente bien, parecía una diosa. Pero obviamente no se lo diré, hará que crezca más su ego.

—Char, ¿Te digo algo?—, ella dejó de verse en el espejo y me miró— Te ves muy, pero MUY bien con ese vestido.

Su cara de iluminó, se volvio a ver en el espejo y puso una gran sonrisa mostrando sus perfectos dientes blancos.

—Si es verdad Mar, me veo super bien con este vestido— se puso las manos en las caderas.— me veo como una diosa ¿Verdad, Mar?

Sabía que si no contestaba insistiría hasta morir. Y si respondía, le crecería más el ego.

Espero que tomes una buena decisión.

Ya sabía cuál era la respuesta.

—Si Char, te ves como una diosa.

—¡Si!—chillo de la emoción, voltio su cara hasta la puerta del probador.— ¡Señorita!

Una chica entro apresuradamente al probador.

—¿Si señorita?

—Quiero que tomes todos los vestidos que me probé y este—, apunto con su dedo al vestido que tenia puesto— me los voy a llevar.

—Okey señorita.—, la chica tomo los diez vestidos y se los llevo.

Char se volvió a meter al probador, se cambio y fue a llevar el vestido. Tardamos quince minutos pagando los vestidos que selecciono Char. Cuando íbamos saliendo de la tienda, me entregó las bolsas de los diez vestidos y salió corriendo a la tienda de joyerías.

¡Esta chica no se cansa de comprar!

Por lo menos conciencia, tu me entiendes.

Bueno, ¡hora de seguirla Marina!

Si es verdad conciencia.

Me fui corriendo hasta la tienda de joyerías donde había entrado Char. Le deje las bolsas a un chico que me dijo “señorita, no puede entrar con bolsas a la tienda. Si gusta puede dejarlas allá, puedo darle la seguridad de que no se le perderá nada” Tuve que dejar las bolsas, ¿Porque? Tenía que perseguir a mi mejor amiga.

Charlotte y yo somos mejores amigas desde niñas. Más bien, desde que estábamos en el útero de nuestras mamás—literalmente—, Char y yo siempre fuimos y estamos unidas.

Compartíamos todo, nuestros juguetes, la comida, la ropa, zapatos, amigos, maquillajes, etc.

Hasta fuimos a primaria justas, secundaria juntas y estamos estudiando en la misma universidad. ¡Hasta tenemos nuestro departamento juntas!

Esta amistad es lo que más quiero. Lo más bonito que he tenido en mi miserable vida.

Char no es solo una amiga, es mi hermana y la amo mucho.

M A F I O S ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora