°•Capitulo Dos•°

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Cierto pelirrojo se encontraba nadando entre los arrecifes, asustando peces y buscando hacer tiempo hasta que su humano saliese de la maldita escuela. Aún si habían pasado tres semanas desde que el azulino había comenzado esa cosa, al tritón aún le molestaba como el primer día; le quitaba el tiempo para estar con el humano que se pasaba casi todo el día lejos de la orilla y cuando finalmente se acercaba estaba demasiado cansado como para nadar.

Aún recordaba el coscorrón que su madre le había dado después de que él tomase por el pie a Nagisa y lo arrastrará al agua lugar en donde las hojas de papel comenzaron flotar dejando estelas negras de tinta.

»—Estoy aprendiendo a leer y escribir—karma aún podía recordar las palabras del azulino que seguía dejando suaves caricias en su cabeza para aliviar el dolor del golpe que había recibido como castigo—Te tengo un regalo«

Entonces Shiota había dejado ver una pequeña concha en la cual había tallado el nombre de karma. Las letras se veían temblorosas e irregulares, algo torcidas.

»—Fue la primera palabra que aprendí a escribir después de mamá. Mi letra aún no es muy bonita, pero prometo Que la mejorare«

Las mejillas del pelirrojo se tiñeron de un suave tono rojo, mientras su mano se encaminaba al regalo de azulino el cual colgaba protegido alrededor de su cuello.

Tras algunos minutos de meditarlo el pelirrojo llegó a una conclusión; debía ayudar a Nagisa a recuperar sus fuerzas y de esa forma el volvería a nadar con él, pero ¿Cómo lo haría?

—Le conseguiré comida—se dijo a si mismo el pelirrojo, sonriendo con orgullo por su idea—Un pez muy grande

Sin perder tiempo se volvió a sumergir y comenzó a nadar hacia la zona de pesca, la cual estaba estrictamente prohibida para niños, pensando en lo feliz que Nagisa sería cuando le diera un pez.

Algo se removió en el estómago de Karma y por alguna razón ningún pez que veía pasar frente a él resultaba ser suficiente. Nagisa se merecía el pez más gordo y delicioso, por supuesto que no cazaria cualquier pez flacucho y feo. Con eso en mente el tritón se escondió detrás de unas rocas y observó de forma paciente  hasta que algo captó su atención.

Un enorme pez se movía perezosamente entre los bastos bancos de peces que nadaban de forma sincronizada, la pupila de Akabane se contrajo hasta formar una línea recta cuando su instinto hablo afirmando que era el pez perfecto para su humano.

Karma hizo tronar sus hombros, mientras sonreía por la adrenalina. Sus dientes serían suficiente para atraparlo y sus garras terminarian el trabajo.

Cuando su piel se erizo el joven tritón se lanzó por su presa, los cardumen es comenzaron a alborotarse en presencia de un depredador y se movieron de forma caótica creando un escenario visualmente confuso, pero los ojos cobre no se apartaban de su presa y seguían clavados en el gordo pez que no era lo suficientemente rápido.

Estaba a centímetros de tomarlo, solo un esfuerzo más y sería suyo. O al menos eso pensó hasta que un jodido tiburón salió de la nada y devoró al pez de un solo bocado

—¡Hey, eso era mío!

El tiburón dio una mirada al tritón de forma despectiva e ignorandolo comenzó a nadar. Karma permaneció algunos segundos en el mismo lugar, tan solo procesando lo ocurrido y aquella mirada por parte del estupido cerebro de maní.

—¡¿Ah?!

El tritón sonrió con una vena de furia en su mejilla. Ese estupido tiburon no sólo había robado su regalo para nagisa, sino que se había burlado de él.

Los ojos cobre estudiaron el panorama y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios cuando vio al tiburón nadando sobre unas rocas picudas

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