• Capítulo Narrado •

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——— Narrador ———

Las clases habían dado por terminado el día de hoy y daba inicio al entrenamiento de Karasuno.

— ¡Chicos! ¡Pongan la red! —gritó el capitán, Daichi.

Kageyama y Hinata fueron los primeros en ir corriendo hacia esta.

— ¿Como es que tienen tanta energía...? —murmuró Tsukishima, en forma de queja.

— Son como cucarachas —completó Yamaguchi, haciendo sonreír al más alto.

En una parte más alejada del equipo, se encontraban Kinoshita y Sugawara, con sus teléfonos en mano.

— Avisa que ya empezaremos a entrenar y que luego de esto, daremos más información —avisó el armador.

— Entendido capitán Suga —dijo Kinoshita, mandando el último mensaje y dejando su teléfono en el pantalón.

— ¿Ustedes dos que se traen? —Daichi apareció por detrás de ellos, causando un gran susto.

— Uy, miren, Narita me llama —disimulo Kinoshita, yéndose rápidamente de allí.

— ¿Que pasa, capitán? —Suga río levemente.

— Están muy juntos ustedes dos últimamente ¿Esta todo bien?

Sugawara dio una sonrisa burlona.

— ¿Que?

— ¿Nuestro capitán está celoso? —preguntó, fingiendo inocencia.

Daichi no tardó en sonrojarse, después de todo, el armador era su debilidad.

— No empieces Suga.

— Mataría por besarte en estos momento, Daichi.

— Y yo a ti, pero estamos en el entrenamiento, no sería correcto.

— Como digas —sonrió Suga—. ¿Mi casa a las 8?

— allí estaré

Daichi guiño un ojo y Suga se limitó a sonreír, ambos volvieron a hacer en lo que estaban antes para no levantar sospechas.

Llevaban un mes saliendo pero aún no se lo iban a decir a los chicos, solo Asahi lo sabía.

— ¿Hasta cuando fingimos que no sabemos nada? —preguntó Nishinoya, al ver a sus mayores.

— Hasta que se animen a contarnos —rió Tanaka, que estaba a su lado.

— Son tan obvios, igual que Tsukishima y Yamaguchi —comentó Noya.

— ¿Ustedes también notan esas miradas? —Ennoshita se unió a la conversación.

— Se aman, lo sabemos pero uno de los dos no quiere dar el primer paso —Tanaka puso una mano en su mentón—. Podríamos ayudarlos.

— ¡Dejemos encerrados a los dos en el cuarto de limpieza! —exclamó el libero con una sonrisa.

— No los vamos a encerrar en el cuarto de limpieza, Noya. —dijo Ennoshita.

— aguafiestas —reclamó a lo bajo.

No le siguieron dando más vueltas al tema por el entrenamiento, se venían las eliminatorias a la vuelta de la esquina, así que tenían que entrenar muy duro.

Terminando este entrenamiento, todos quedaron en silencio al notar la presencia que había llegado al gimnasio.

— ¡Kei! —exclamó el hermano mayor de los Tsukishima, entrando por completo al gimnasio, ganándose la mirada de todos los presentes.

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