Capítulo 3
Un pesado silencio cayó sobre ellos, las miradas entrelazas se conectaban de forma inevitable. En la cabeza de Yaman se amontonaban cientos de preguntas, de repente quería saber todo de ella. Sin embargo ni una palabra salió de sus labios ya que los ojos de ella le gritaban ¡No preguntes nada...por favor!. Decidió que esperaría, ella en algún momento le contaría todo lo que él ansiaba saber...pero no ahora.
Finalmente él bajo la mirada y Seher volvió a respirar, gracias a Dios él no había preguntado más. Ella no quería que él sintiese lástima por ella, en realidad no quería que nadie la sintiese. Su historia no era muy diferente a la de tantas y tantas personas y ella en particular estaba orgullosa de si misma, de sus logros y su vida. Había trazado un plan que llevaba a cabo con la precisión de un general de campaña. No pensaba dejar que nadie la distrajera de su objetivo...por muy hermosos ojos con largas pestañas que tuviese ese nadie.
Sila terminó su biberón y Seher se puso de pie con ella en brazos paseando y golpeándole suavemente la espaldita para que echase los gases. Desde la cama Yaman las observaba y se dio cuenta de lo que ella llevaba puesto...Su sudadera favorita de la universidad y un pantalón que de chándal completamente plegado de largo, su ratoncito era una cosita pequeña ...y se perdía dentro de su ropa. Él era un hombre alto de casi metro noventa que se pagó los estudios jugando para el equipo de baloncesto de la universidad. La sudadera que ella llevaba puesta fue la primera que le dieron y sólo le traía buenos recuerdos. Verla sobre el cuerpo de ella no le molestó, más bien al contrarío...
Seher se dio cuenta de que Yaman la observaba, y entonces cayó en la cuenta de que llevaba su ropa puesta. Unas prendas que había tomado sin permiso. Se acercó a su propia ropa y comprobó que ya estaba casi seca pero aun húmeda. Entonces fue hacia Yaman y le ofreció a la niña, éste estiró los brazos para coger a la pequeña. Al agacharse la sudadera se deslizó sobre el hombro de Seher descubriendo buena parte del hombro, el brazo y el comienzo de sus senos.
Yaman tragó saliva mientras todo su cuerpo reaccionaba ...no conseguía apartar los ojo de esa blanca piel...deseaba tocarla, besarla, lamerla y morderla hasta sentirla arder bajo su toque...Él se tenía por un hombre civilizado, pero nada de lo que sentía en ese instante se acercaba ni remotamente a nada civilizado. Su maldita libido trajo el recuerdo de ese seno en su mano y del sabor de su piel y sus labios y el deseo se redobló.
Estaba a punto de perder el control cuando la voz del ratoncito lo trajo de vuelta de las llamas.
- Por favor ...¿Puedes coger a la niña?
Su calenturiento cerebro tardó varios segundos más de lo debido en entender lo que ella decía, pero finalmente sus manos se movieron para sujetar a la pequeña.
- ¿Disculpa...te encuentras bien?
*¡No! ¡No me encuentro bien!, ahora mismo sólo deseo abrazarte, empotrarte contra la pared y besarte hasta hacerte perder el sentido...*
Yaman no contestaba y Seher se preocupó, él estaba ...raro y sonrojado...de repente un ramalazo de preocupación la recorrió. La noche anterior había estado mucho tiempo fuera...¿se habría enfermado?. Sin pensarlo se volvió a agachar acercándose a él para tocarle la frente y comprobar si tenía fiebre.
Un leve gemido escapó de la garganta de Yaman al sentir la fresca mano de ella en su frente y cerró los ojos, Sila se movió en su manos y apretó a la pequeña contra su pecho. Dio gracias por la niña que servía como ancla a la cordura a sus desbocados instintos primarios y volvió a abrir los ojos, para ver que ella estaba muy cerca, terriblemente cerca...mirándolo con preocupación y como pudo le respondió.
- Tranquila estoy bien...estoy bien...
- No lo parece... estas muy sonrojado y caliente...
Seher acompañó esta afirmación comprobando la temperatura de Yaman esta vez en el cuello y la mejilla.
Rápido como un rayo sujetó la mano que lo tocaba para inmovilizarla y casi sin querer tiró de ella hacía si mismo hasta quedar nariz con nariz y le susurró.
- No tengo fiebre...tranquila. Estoy...bien...
Seher lo miró a los ojos y asintió, se volvió a enderezar y le dijo.
- Me alegra que estés bien...yo... voy al baño.
Yaman asintió, pero ella no se marchaba. Entonces se dio cuenta de que aun la sostenía de la mano y ella esperaba a que él la soltara. Tan pronto se dio cuenta la soltó como si su contacto le hubiese quemado. Y Seher dio media vuelta y salió de la habitación.
Salir de la cálida habitación al pasillo fue como recibir una ducha de agua fría. El contraste de temperatura era brutal haciéndola consciente de cuan dura estaba siendo la tormenta de nieve. Curiosa se acercó a una de las ventanas tratando de ver el exterior, pero solo se distinguía una maraña blanca. Fue al baño donde afortunadamente había agua, las tuberías de la casa debían estar profundas y no se habían congelado por suerte. Se dio cuenta entonces de que no había cogido su ropa para cambiarse, aunque la idea de cambiar este cálido chándal que olía a él por su ropa medio húmeda no era para nada atrayente. Decidió conservar el préstamo un rato más e ir a la cocina a ver que encontraba para comer.
La cocina era una nevera, y volvió a dar gracias a Dios por la chimenea de la habitación...además de prometerse que si algún día tenía casa propia la hornilla sería de gas...De repente se le vino a la cabeza su pequeño apartamento... ¿que hubiese sido de ella si no se hubiese marchado con Yaman?... Estaría pasándolo francamente mal... porque su barato apartamento era frío incluso en agosto así que ahora mismo el simple hecho de pensarlo le dio un escalofrío.
Tomó de la nevera una pequeña olla que contenía una cremosa sopa, pan y los cubiertos necesarios para comer dos personas y volvió a la habitación.
Cuando entró en eldormitorio se apresuró a volver a cerrar la puerta para evitar que escapara el valioso calor. Se acercó a la chimenea y dispuso todo para calentarlo en el fuego. Sólo cuando hubo terminado de preparar todo volvió su mirada hacía la cama. La pequeña Sila dormía nuevamente sobre el pecho de su padre y Yaman tenía los ojos cerrados. Lo observó a placer nuevamente y un nudo atenazó su pecho al recordar lo sucedido en la cama un rato antes. Afortunadamente él no parecía ser consciente de lo que le había hecho...y el nudo se aflojó un poco. Esto era una locura.. una quimera...una cosa era fantasear con el chico moreno de gafas que nunca hablaba y la hacía sentirse acompañada y más segura en las largas noches de trabajo. Y otra cosa era lo de antes, ese beso, el calor de su cuerpo, su olor...ella nunca se había encontrado en una situación así. No era estúpida sabía perfectamente lo que sucedía entre hombres y mujeres desde muy temprana edad. También sabía que aquello llevaba directamente al desastre y toda su vida lo había evitado cuidadosamente. Se había vuelto experta en ser invisible, no resaltar, no gustar...Ese era el motivo por el que ocultaba su pelo y su cuerpo. Se garantizaba así que la dejasen en paz con proposiciones que no deseaba y de paso evitaba la tentación. Hasta hoy había tenido éxito y seguiría teniéndolo... no se permitiría salir de su camino cuando le quedaba tan poco para cumplir sus objetivos. Sólo una asignatura la separaba de su ansiado título, luego por fin podría trabajar en su pasión los niños.
Yaman la observaba desde la cama, a contra luz con el fuego de la chimenea y con su magnífica melena revuelta ella era una diosa. Ese bendito hombro seguía al descubierto y lo hacía querer saber como era todo lo demás ...pero cuando ella se quedó finalmente quieta mirándolo, él supo de alguna manera que ella estaba levantando sus barreras. Y su astuta mente empezó a su vez a maquinar mil maneras de derribarlas...
Continuará...