Última parte

1K 57 134
                                    

Blitzø ya había estado en Londres para algunos encargo, pero si era sincero odiaba el lugar: Siempre llovía, la mitad del tiempo la gente era grosera y se quejaba de que odiaban el Parlamento pero seguían eligiendo a los mismos idiotas en cada elección. En la mente de Blitzø, la democracia estaba sobrevalorada creyendo que la maldita familia real debería derrocar el sistema para volver a gobernar. Por otra parte, uno de sus príncipes se casó con una completa idiota, así que no es que pudieran hacerlo mejor.

Aun así hasta el momento confiaba en Stolas para esta cita, así que pensó que lo mejor sería reprimir sus quejas. Caminando por las calles de la ciudad, Blitzø se preguntaba a dónde irían hasta que vio que se dirigían a un gran campo de la ciudad con luces brillantes para que la gente de dentro pudiera ver. Blitzø se extrañó, por qué irían a un parque de todos los lugares... hasta que vio que no era un simple parque: Había establos, pistas de salto y senderos para que los ocupantes montaran, se relajaran y entrenaran. Blitzo sintió que su corazón saltaba de alegría, y pronto estaba corriendo hacia el borde de la valla para ver a un Purasangre Inglés (1) que justo pasó galopando frente a él.

― ¡Caballitos!―exclamó Blitzø con alegría al ver decenas de sus animales favoritos. Se volvió a un sonriente Stolas, devolviéndole la sonrisa. ―. De acuerdo, esto es genial.

―Me imaginé que estarías contento. Este parque es para que los jinetes se diviertan, y pregunté si nos podían prestar algunos para pasear.―explicó Stolas.

― ¡¿De verdad?!―Blitzø tenía estrellas en los ojos mientras apretaba las manos de Stolas. ―. ¡¿Podemos montarlos?!

―Por supuesto, Blitz. Al menos durante una hora.―respondió Stolas. Apenas alcanzó a decir cuando era arrastrado hacia la entrada por un Blitzø que reía.

...

Blitzø no estaba seguro si los demonios tuvieron vidas pasadas en la Tierra, pero de ser así, el sicario juraría que una vez fue un caballo. Desde pequeño le habían fascinado esas criaturas hasta el punto de considerarlas como las que Dios hizo a su imagen y semejanza en lugar de los humanos... O, al menos, el gran tipo de arriba debía considerarlo. De por sí los caballos no fueron los expulsados del Jardín del Edén, después de todo.

Respirando el cálido aire nocturno con rocío, Blitzø guió a su Palfrey galés (2) llamada Bellota por el sendero del parque mientras le acariciaba el cuello con suavidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Respirando el cálido aire nocturno con rocío, Blitzø guió a su Palfrey galés (2) llamada Bellota por el sendero del parque mientras le acariciaba el cuello con suavidad. ―Qué buena chica, Bellota. Qué  chica tan buena.

―Veo que sabes moverte con los caballos.—le señaló Stolas, quien montaba un ejemplar de Cleveland Bay (3) llamado Arthur. —. Y yo pensando que necesitaríamos una clase.

—Teníamos caballos en el circo.— explicó Blitzø sonriendo. —. De hecho aprendí a montar uno más rápido que lo que demoré con la cuerda del trapecio. El maestro de ceremonias Baxten casi convenció a mis padres para que me dejaran ser jinete cuando les mostré mi habilidad.—Sacudió la cabeza divertido. —. Pero al final mi padre no quiso. No me malinterpretes, me encantaba ser trapecista, pero si tuviera que volver a vivir la vida del circo, sería jinete, no un payaso. No se me da bien ser payaso.

No jures por la Luna (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora