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Tada Banri estaba caminando.

        Acompañado de Yanagisawa Mitsuo, estaba pasando

sobre un paso de peatones.

        La luz del semáforo comenzó a parpadear, los dos

jugando como dos perros, riendo alegremente, «¡atento!»,

«¡corre, corre!», al tiempo que echaban a correr. Llevaban bolsas

de plástico del supermercado en ambas manos, que se

columpiaban pesadamente.

        -... Espera...

        En cuanto a mí:

        -... Espérame, Banri...

        Ya, no salieron más palabras que esas.

        No habiendo terminado de cruzar por completo cuando la

luz se tornó roja, me agazapé en mitad de la carretera. Los coches

arrancaron, cruzando uno tras otro. Sin siquiera levantar la

cabeza, fui atropellado y salí disparado. Nadie pisó siquiera el

freno por mí.

        Y luego, no pude gritar. La voz para gritar «¡paren por

favor!», «¡por favor ayúdenme!» no salía.

        Obviamente. Porque estoy muerto.

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       Banri siguió caminando hacia adelante, sin siquiera

volver la vista hacia mí. Aunque grité «espera», no pudo oírme.

Ni siquiera se dio cuenta.

       Aunque hay cosas que se deberían decir, esta voz no

alcanza a nadie y no hay ninguna persona en este mundo que

sepa que estoy aquí.

       No importa cuánto grite y chille: «¡estoy aquí!», nadie lo

nota.

       Nunca había conocido tal soledad antes. Entendí que era

una bendición. Era mi intención rendirme a ella en mi totalidad.

Pensé que aceptaría este destino con calma, resistir su llegada

era inútil. Yo estaba cuidando de Tada Banri. A mi manera hasta

imaginaba que incluso con el paso de las décadas, hasta que a su

debido tiempo Banri muriera, seguiría haciendo esto.

       Pero en ese momento, cuando Linda lloró, lo comprendí.

En la habitación de Banri, Linda rio, pero en su corazón estaba

llorando. No lo entendí porque fuera un fantasma. Siempre

escucho atentamente la voz de Linda. Así que lo comprendí.

       Yo había hecho una promesa. Si Linda lloraba,

definitivamente vendría corriendo. Así que, aquella vez pensé,

«desearía que pudiera haber estado a su lado». Yo cumplo mis

promesas, eso es inalterable. Quería la fuerza para acercarme a

Golden time Volumen 3: MASCARADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora