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Inversiones

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—Estaba bromeando—se rio a carcajadas. A ese imbécil le parecía muy divertido jugar con mis sentimientos.

—Muy bien, Potter, sin duda me estoy muriendo de la risa

Mientras Harry rodaba los ojos yo seguía pendiente del mobiliario, estaba esculpido a la perfección y todo pegaba con todo. Era malditamente maravilloso, me encantaba. Potter me llevó a su despacho y yo lo seguí.

—Por cierto, con respecto a tu anterior pregunta, un cuarto de invitados no estaría mal—lo miré de ojos entrecerrados y me senté en una de las sillas frente a Harry.

Él me vio de arriba abajo y me inspeccionó hasta los más pequeños cambios en mi piel. Me di cuenta de que estaba un poco desorganizado, mi cabello se asemejaba al de un loco que no se bañaba. Es que tampoco tenía algún lugar para hacerlo, casi siempre me lavaba de fuentes que encontraba pero sin ser al público, no soy un nudista al aire libre.

—¿Me puedo duchar?—algo de agua caliente me vendría demasiado bien—Cuando vuelva haré lo que me pidas.

Me di cuenta de que eso sonó más mal que bien pero acepté que no pasaba nada, él simplemente asintió, subió y bajó con su cabeza la mirada desde mi frente hasta mis pies y se alejó para terminar con su rutina.
Fue ese el momento en el que antes de decidir que debía ir al cuarto de baño, el plan de verme al espejo no parecía una mala opción. Mi propio olor me repudiaba constantemente y el cuello de mi camisa estaba doblado, de forma que quedaba el pequeño dorso superior de la prenda contra mi piel y el inferior contra la camisa.

Una vez me vi a mí mismo en aquellas condiciones contra uno de los espejos que había por la casa intenté mejorar mi figura pero parecía empeorar cada que trataba de acomodar un estúpido pelo que miraba en dirección contraria a la que quería que mirara.

—Maldita sea—Maldije.

—Toma—escuché una voz femenina detrás de mí y viéndola a través del espejo rápido me di la vuelta.

Ginny se veía en cuanto a actitud presumida; en su cuerpo portaba un vestido de pompones blancos al final de la tela y un brillante colgante contra su cuello. A decir verdad se veía guapa, no lo negaría pero yo soy más de otro tipo de atractivos.

—Oh, Weasley...—murmuré.

—O lo tomas o lo dejas—empuñó aquel manojo de ropa que mantenía en sus manos contra mi pecho.

—¿Y esto por qué?

Lo sujeté al instante entre mis manos y olí su perfume, una marca barata, era ropa de hombre pero eso me quedaría muy grande, así que me negué a portarlo.

—Harry me dijo que debes llevarlo, así que por favor, llévalo. Se supone que después tenéis una reunión importante así que será mejor que me hagas caso.—Raramente se acercó a mí—Y sinceramente espero que no hagas ninguna tontería, Malfoy.

Comprendiendo lo dicho me dispuse a caminar al cuarto de baño, me encerré en él sin cerrar con pestillo y llevé las prendas a mi nariz, ese olor me recordaba a él... A Harry.

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—¡Buaaah!—Necesitaba esa ducha, realmente la necesitaba. Salí del servicio con las prendas que Potter me había prestado, no mentía cuando decía que me quedaban grandes.

Lo que actualmente llevaba puesto era una chaqueta, una chupa de cuero moderna de color pistacho, hacía años que no llevaba una de esas, me recordó a cuando madre me compró por mis apenas 14 unos pantalones de tiro alto... Eran horribles pero me los ponía por ella.

Lo demás era simple, unos pantalones un tanto rotos y una camiseta de cuello cerrado. Me gustaba, Potter me conocía en algunos aspectos. No vamos a mentir en esto, es verdad que quizás le robé un poco de perfume y de crema a Potter pero necesito estar presentable, de todas formas ya se lo devolvería.

—¿Listo?

Él me vio de arriba a abajo y yo le asentí inmediatamente, pensé que le estaba gustando lo que veía pero en vez de eso solo soltó una pequeña carcajada

—Pareces uno de los Beatles con ese corte de pelo—se burló.

¿Los Beatles? ¿Quiénes eran esos? De todas formas, para no quedar mal solo le saqué la lengua y dejé que me organizara un poco mejor las puntas de mi cabello, lo tenía algo largo, no demasiado, no llegaba a mis hombros pero poco faltaba para ello y estaba todo revuelto... pero limpio.

Sonriendo, Potter se dirigió conmigo hasta la entrada de la casa y me llevó de paseo unos minutos. Había mucho silencio entre nosotros, demasiado, chasqueé la lengua por ello y me miró mal.

—Draco.

—¿Qué?

—Toma—me dio un montón de papeles que a saber de dónde se los sacó. Si no hizo magia no entenderé nunca cómo hizo que hubieran más de 500 papeles sobre mis manos.

—¿Soy un camión de carga, Potter?—fruncí el ceño y vi su sonrisa coqueta.

—Si.

Bufando por lo bajo, con un pequeño rubor en mis mejillas, avancé con él hasta unas grandes oficinas, nada comparado con el ministerio, eran horrendas además, demasiado modernas para mi gusto.

—¿Qué hacemos aquí?

—Tengo algún asunto que resolver aquí.—me respondió y entrando por la puerta doble por la que entramos me tomó de los hombros, yo no le veía ya que tenía fotocopias encima como para darle de comer a ocho toros pero no hacía falta que me tocara así.

—Riddle...—Susurró Harry con una grata perfección en su voz.

Escuchando ese apellido me sorprendí y casi dejé caer todo lo que tenía entre mis manos en ese momento; como pude lo vi desde una esquina paralela.

¿Qué hacía él aquí?

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No me morí, gente<3 jajaja
No tenía inspiración pero creo que ya sé por donde puede ir esta historia y por donde voy a hacer la siguiente.
Se os quiere, actualizaré más a partir de ahora ¡Besos! ❤️

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