Suministrame tu ayuda [Harco/Drarry]

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Reencuentro

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Me desperté con un dolor de cabeza horrible y con mucho frío en mi cuerpo, sentía mi sangre y mi interior congelado, casi ni podía abrir los ojos.

—¿Qué hora será?—me dije a mí mismo agarrando mi abrigo el cuál había utilizado para taparme la cadera y las piernas por la noche.

Miré un reloj un poco roto con las agujas de su interior algo descabelladas y sucias, muy sucias. Aunque estuviera desheredado, seguía teniendo mi personalidad y un Malfoy no soporta la suciedad; era demasiado pulcro para ello

—Son las diez de la mañana—resoplé, hacía un gélido ambiente, era época de invierno y yo me encontraba a la intemperie en un callejón oscuro.

Me puse unos zapatos, los únicos que tenía, y el famoso abrigo de pelaje interior. Sin más dilación, me dispuse a andar hacia salir de la callejuela.

Entrecerré los ojos por la luz del sol por la mañana, estaba nublado pero yo residía principalmente en la oscuridad así que todo tipo de luz molestaba.

—Joder—me susurré suspirando por el dolor de cabeza y comencé a andar.

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Amanecí bastante bien, un poco más cansado de lo habitual por culpa de ella. Pero no era algo que pensara yo que me saltaría al levantarme por la mañana.

—Oh despertaste—dijo acercándose a mi y dándome un corto beso en la frente—El desayuno está abajo, ve yendo, enseguida voy yo—acto seguido fue al baño de la habitación.

Cuando entró pensé en lo tonta que era; estaba enfadado y quería hablar con alguien que no fuera ella. Sin más, di un salto de la cama y me cambié a una ropa un poco formal, pero al estilo muggle. No quería llamar mucho la atención de Ginny, al menos no de momento.

Bajé las escaleras y bostecé, fui a la cocina y vi el desayuno que había en la mesa. Pensé que, para que no se sintiera culpable, me había preparado todo eso. No fueron ni diez minutos los que tarde en salir por la puerta después de haber comido parte de lo que me había preparado.

—¡Voy a salir!

—¡Vale!—escuché por parte de la pelirroja y me fui.

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Cuando llegué a las Tres Escobas no vi a Malfoy por ningún lado, solo me senté en una mesa, esperando por el oji-plata. Pedí una cerveza de mantequilla. No pedí dos por si al final el rubio no aparecía, pero realmente quería que viniera.

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—Ugh.—vi la entrada del local; una parte de mi me decía que no entrara, porque ¿Por qué tendría que ver al niño-que-vivió-y-venció-para-follarse-a-la-comadreja? Sólo de pensarlo me daban arcadas. Pero igualmente tenía curiosidad de ver el porqué me había citado allí Potter supuse que tendría que ser algo importante.

Me llevé la mano al pecho, suspiré y entré; pensé en que tampoco podía ser para tanto.
Cuando pasé por la puerta vi el ambiente durante unos segundos y al instante encontré aquella mata de pelo azabache con ojos verde esmeralda, los cuales estaban centrados en una revista, no dije nada, solo me acerqué y cuando estuve casi a la altura del oji-verde, me miró, se levantó rápido y me abrazó como si su alma estuviera impregnada en mi cuerpo.

Puse los ojos en blanco y poco a poco me dejé llevar por el abrazo. ¿Qué le pasa a éste? No soy un peluche para ser abrazado de tal forma ¿Qué no se acuerda de quién soy?