Ángel

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Levanto el semblante y la veo sonriente cual ángel caído. Me mosqueo y le doy la espalda, ella es la síntesis del cielo y el infierno. Conozco esa sonrisa que aprisiona; conozco a la persona detrás de la máscara. Toca mi hombro un tanto angustiada y hago caso omiso a ello, evito que me hiera. Ella es un ángel enjaulado. Aislado del mundo real. Me quiere y por ello me lastima, no desea hacerme daño. Barro mi hombro con la mano, con el fin de diluir el calor de sus dedos sobre mi piel. Sé que me quiere. Sus ojos lo dicen. Por eso me hiere. Me abraza por la espalda, no quiere dejarme ir; no quiero que se vaya. Ella era un ángel que no sabía volar. Quería salvarme de sí misma, por eso me hiere. La olvido, sigo adelante, arrojo la llave. Me encorvo y rompo en llanto en un espacio donde no está ella, la amo y por eso la odio. Levanto el semblante y la veo sonriente cual ángel caído. Comienza a llover, me niego a un abrazo pero muero porque vuelva a intentarlo. Con pasos lentos se acerca a mí al tiempo que empiezo a retroceder. Me resbalo y caigo, me quejo por el dolor y la veo sonriente. Me acuesto en el suelo y miro aquel gris cielo donde me dijo que hubo un sol; donde me dijo que estaba su casa.

Semillas de un yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora