Lo que era

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—Te odio. —Le suelto a mi jefe y me voy de un portazo, siempre ha sabido que lo detesto, dudo le sorprenda.

—Adiós —le digo a mi caja de cigarros.

—Eres muy incómoda —le digo a la corbata mientras la lanzo al cesto de la basura.

—No es lo mismo —le digo a mis compañeros de profesión, sus temas de conversación rayan en lo aburrido y lo tedioso.

—Te amo —le digo a mi balón ya desconchado por causa del tiempo. Lo coloco en el suelo, me persigno, pateo el balón a una portería que no existe y celebro un gol que nunca entra, estoy feliz.

—Hola —le digo a mis antiguos amigos, años sin verlos; apenas los reconozco. Abandoné todo por mi progreso personal.

—No es lo mismo

 Ya no, no lo es. Pero soy libre, vuelvo a sentirme un niño que se preocupa por jugar bien y enamorar a la chica más bonita de la zona. Las cosas son pasajeras,  no podré ir contra el tiempo por siempre. Pero hoy quiero convencerme de que soy feliz y de que sigo siendo un niño.

Semillas de un yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora