Capítulo 1

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___ Luna Marii, trabaja en una panadería llamada “Ellada Agapite”. (Se encuentra en griego ya que su familia era proveniente de allí y de ahí el nombre.)

Con la reputación de ser una de las mejores en la ciudad debido al esfuerzo de la única propietaria de ese lugar. Capaz de maquinar y cocinar cualquier cosa que se le pida, pero uno de los favoritos de los clientes es su pan casero, uno de los más vendidos, y se rumorea que una aristócrata de esas calles siempre compraba sus delicias allí.



_Narradora_

Trabajabas tranquilamente atendiendo a una niña que había venido a comprar algunos dulces y un pan, cuando, en ese entonces, conociste a Mia Winters, una mujer muy amable. Cuando la viste parecía perdida, así que como conoces el lugar decidiste ayudarla. La mujer necesitaba hablar con un tal  K. Heinsberg.

Recordabas el nombre y a la persona, era un hombre alto y un poco robusto, de barba con traje desaliñado, sombrero y guantes, de igual manera se mantenía muy elegante. 
Al preguntarle qué es lo que quería, solo apuntó hacia una de las repisas donde se encontraban los alfajores de maicena. Con gusto le sirvió la cantidad que le indicó, lo guardo en una pequeña caja y le cobró lo debido, el hombre saludó con su sombrero y se retiró de allí. “Que callado” pensaste, el señor nunca habló ni hizo ningún tipo de ruido, simplemente vino, compró y se fue.

Recordando todo eso no le pudiste decir en donde residía aquel hombre pero hablandole de su apariencia siendo acertada por parte de Mia, te agradecio por intentar ayudarle algo desanimada, sin antes decir; “Muchas gracias nuevamente por ayudarme, o intentarlo más bien. Nos volveremos a ver ____. Cuídate.” Se despidió alejándose entre los árboles que adornaban tu vereda.

Te extrañaste preguntándote cómo supo tu nombre y que querría con aquel extraño sujeto. Negaste con la cabeza diciéndote que lo último no era asunto tuyo. 

El día siguiente fue aún más raro. Cuando te levantaste para recibir tu envío de harina y algunos ingredientes, atisbaste detrás de tu puerta mientras esperabas que las calles estaban llenas de gente, más bien turistas, te sorprendió ya que en esa parte de la ciudad era algo visitada pero no en ese exceso.

“Tal vez se dieron cuenta de que este lugar es más hermoso y entretenido de lo que pensaban”
pensaste.

Pero al parecer no era así porque cuando saliste de tu panadería, Cecelia, una de las mujeres que trabajaban en el bar de enfrente, te contó que una importante aristócrata y sus hijas habían llegado a visitar a la señora que vivía en una gran mansión a solo cuatro casas cerca de tu local. Quien era la Duquesa Visconti, otra aristócrata que de vez en cuando compraba algo aquí dándote felicitaciones por la calidad de tus facturas y galletas.
Siendo las aristócratas visitantes familiares de la señora.

Solo escuchaste eso de Cecelia antes de que cambiara de tema, diciéndote a lo que realmente  venía, a hacer una pequeña compra para el cumpleaños de su hermana pequeña. Pidió dos docenas de masas acarameladas y pancitos horneados con chocolate amargo, lo anotaste mentalmente y buscaste entre el delantal que traías tu pequeña libreta para no olvidarte. “Volveré más tarde por el pedido, como dentro de dos horas ¡Adios y te quiero!” te dijo mientras salía corriendo en dirección al bar. 

Entraste a la panadería quitándote el delantal para ir a dejar los sacos de harina en su lugar junto con los ingredientes que más tarde lo colocarías en los estantes. 

Escuchaste detrás tuyo como sonaba la campana de la puerta, acomodaste los sacos de harina y fuiste a atender a la muchacha que se encontraba mirando el mostrador. Estaba bien vestida por lo que veías, tenía el cabello oscuro y ropas que valdrían todo lo que tenías ahí o incluso el doble o triple. “Buenas tardes señorita ¿Qué se le ofrece?"

El Oceano de flores y sangre - Yan! Lady Dimitrescu & Fem. Reader - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora