Eran las diez de la noche y acababa de terminar mi turno en la pizzería donde trabajaba.
Tenía planeado llegar a mi departamento, darme un buen baño y mirar la televisión con mi novia. La extrañaba y quería estar bien con ella.
Pero claro, como la vida está llena de sorpresas, eso no fue exactamente lo que pasó.
Al llegar a casa lo primero que noté fue el gran silencio que habitaba en ella.
«Que raro...» pensé, ya que era común encontrarla con música a todo volumen.
Por instinto, me dirigí a lo que vendría a ser nuestra habitación. Estaba vacío. Revisé todos los cajones y solo estaban mis cosas.
Po supuesto, me preocupé. Revisé en cada rincón de nuestro pequeño departamento.
«No, no puede ser»
No estaba. Se había ido. Solo había dejado una nota diciendo que estaba bien y que no me preocupara.
«Vaya, que considerada»
Se suponía que nos amábamos, no pudo irse de la nada. ¿Por qué lo hizo?
Abrí el WhatsApp y empecé a rebuscar entre los contactos, tenía que encontrarlo.
Entre los chats no había nada. Busqué entre todos los contactos y estaba ahí, pero no habían mensajes. Miré por el pasadizo, aún no se despertaba, así que empecé a buscar en las redes sociales.
En Facebook, nada.
Abrí Instagram y ahí si había información.
Indirectas muy directas, a este tipo no le cansaba estar coqueteándole.
«¿Qué tanto tiene que hablarle?»
—¿Qué mierda estás haciendo? —cerró los puños con fuerza.
Me paré a enfrentarla.
—¿En serio, Alexa? —resoplé—. ¿Desde cuándo?
—¿Desde cuando qué?
—Las conversaciones con este tipo, las llamadas... —endurecí la expresión—. No soy un imbécil, así que no me trates como uno.
Se acercó.
—No, claro que no lo eres. Por eso estás revisando MI celular, con MIS conversaciones y MIS llamadas. ¿Desde cuando tú, Dax? ¿Desde cuándo estás en este plan de novio tóxico?
Solté un risotada fingida.
—Novio tóxico..., ¿pero que estás diciendo? Eres tú la que ha cambiado. Ya ni me prestas atención, si era por ese imbécil que parabas tan ocupada.
—¡Somos amigos!
—Por favor Alexa, basta de decir tonterías —me froté la cara, irritado—. ¿Quién es él? ¿empresario?, ¿modelo?..., no lo sé, pero seguro que es mucho mejor que este simple idiota que trabaja de cajero.
—No digas esas cosas.
—Sí las digo. ¿Cómo no lo pensé antes?, era obvio que algún día pasaría.
—No es así y lo sabes. Tú y yo ya ni siquiera salimos. ¡Quiero divertirme y viajar contigo pero no quieres!
—¡Y yo un mejor futuro para nosotros! No entiendo cómo puedes reprocharme por trabajar, ni siquiera lo hago todo el tiempo, solo trabajo desde la tarde.
—No te reprocho por trabajar, es que ya no te siento como mi novio. Yo estudio, tú trabajas...
—¡Y está bien! ¡Significa que somos responsables! No veo cuál es el problema. La diferencia es que yo sí tengo las cosas claras.
Volteó los ojos y se fue, tirando la puerta de cuarto.
Suspiré.
No tenía malas intenciones, yo solo quería formar una familia con ella. Eso fue hace una semana, pensé que ya se había calmado un poco. Una semana en la que no hablamos, en la que ya ni dormíamos juntos.
Me engañó, se supone que debería estar indiferente porque se haya ido, pero no, no lo estaba.
Pensé que todo se podía arreglar si lo hablábamos. Quería hacerlo, verla un momento y proponerle empezar de nuevo, pero ya no se podía. No sabía quién había hecho peor, si ella o yo.
Solo sabía que algún día tenía que volver a verla. Quería recuperarla.
Y así fue.
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Heaven
RomantikUna ruptura y un corazón roto. O mejor dicho... dos. Dax Cross, un joven de veintidós años que después de 'terminar' una relación de dos años de puro amor, decide refugiarse en la esperanza de que algún día ella volviera. ¿Ella volvió? Y si es así...