Estaba agotado. Me había pasado toda la tarde tratando de encontrar algo, ya iba dos días así.
Pero no encontré nada.
También estuve preguntando a las personas que pasaban por allí y a nuestros amigos más cercanos.
Nada otra vez.
Por supuesto, volví a llamar a sus padres y a su hermana, pero como si tuviera una nube negra sobre mi cabeza, seguían sin contestar.
Había estado lloviendo y sentí helado mi cuerpo. Maldije en mi mente.
Seguí buscando y llamando hasta que llegué a una conclusión: jamás la encontraría.
La había perdido para siempre. O eso creía.
Hasta que la vi.
Tenía la misma contextura ancha y piel bronceaba que tanto recordaba, solo que llevaba un paraguas que tapaba su cabeza y rostro.
Estaba decidido. Tenía que comprobar si era ella.
«La volveré a ver...»
Mi corazón empezó a latir a mil por hora. Corrí lo mas rápido que pude para logar alcanzarla.
Y lo hice, la alcancé
Lo primero que hice fue arrancarle el paraguas para verla mejor. A lo que ella respondió girando bruscamente y la pude ver con mas claridad.
Era ella, pero como que algo no cuadraba.
Logré alejar las inquietudes de mi cabeza para besarla, era lo único que necesitaba.
Y estuve a punto de acercarla a mí cuando...
—¡Hola, Dax!
Esa voz, la conocía.
Era Aneesa. Su gemela.
Y automáticamente mi emoción disminuyó.
«Soy un imbécil» Pensé mientras frotaba mi cara con ambas manos.
Tal vez me dejé llevar por la locura.
¿Alguna vez pudiste ver tu cara cuando se acaba la batería de tu teléfono justo cuando estabas en algo realmente interesante?
Probablemente no, pero como te podrás imaginar, la mía fue algo así.
—Hola —dije mientras saludaba con la mano, sonaba un tanto desanimado y Aneesa pareció notarlo.
—Ey, ¿por qué esa cara? —frunció el ceño.
—Bueno, yo...
—Déjame adivinar... —puso un gesto pensativo mientras se acariciaba la barbilla—. Ah, lo tengo, pensaste que era mi hermana.
Asentí. Aneesa sonrió.
Iba a hablar, pero ella se me adelantó.
—Si claro, tenía que ser eso —rio—. Lo sé, no te juzgo, somos bastante parecidas en casi todo, solo que yo tengo más estilo —sonrió.
—Sí, por supuesto —apreté mis labios en una línea, asintiendo.
Hasta que después de tantas vueltas se me prendió el foquito.
—Oye, ¿sabes donde puede estar? —pregunté, esperanzado.
—¿Quién? ¿Alexa? —frunció el ceño.
«No, Ladybug»
—Si, esa misma —dije con obviedad.
—Ahh, Alexa —chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza—. La verdad no, siempre hace lo que quiere y nunca escucha a nadie, en eso sí que no nos parecemos —suspiró.

ESTÁS LEYENDO
Heaven
RomansaUna ruptura y un corazón roto. O mejor dicho... dos. Dax Cross, un joven de veintidós años que después de 'terminar' una relación de dos años de puro amor, decide refugiarse en la esperanza de que algún día ella volviera. ¿Ella volvió? Y si es así...