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El chico caminaba por la casa en la que se quedaba actualmente. Era exactamente idéntica a la casa de Jaemin. Suspiró al saber lo que iba a pasar si seguía hablando con el, sin embargo, era su único amigo, el único que lo aceptaba.

El único que le entendía.

—Lee,— la voz de Jaemin entró a través del espejo.—¿Estás ahí?

El nombrado subió rápidamente por las escaleras hasta llegar al ático donde el espejo de cuerpo completo reposaba en una de las paredes polvorientas del cuarto.

Al llegar, pudo ver la sonrisa de Jaemin al verlo, haciendo que el sonriera por inercia.

—Hola.

—Hola Lee.

Su relación era muy extraña. Jaemin era humano, pero no podía comprobar que el otro lo fuese.

Cada vez que el sacaba el tema, Jeno hacía lo imposible para evadirlo.

—¿No tienes hambre?.— le preguntó el chico con unas cuantas galletas de coco en la mano.

—No, tú come tranquilo.— Lee sonrió.

En realidad no acostumbraba comer, su misma condición no le exigía alimentarse, por lo que podía pasar días sin comer.

Un día más no hacía la diferencia.

Jaemin comía frente a el mientras el contrario mantenía su mirada fija y perdida en un punto especifico del piso de madera de la habitación donde se encontraba.

—No puedo comer contigo mirándome.— se quejó Jaemin haciendo un berrinche bajando la media galleta que estaba por comerse.

—Entonces me cubriré los ojos.— el chico se cubrió con una mano soltando una pequeña risa de burla.

—No, toma.— dijo antes de lanzarle una galleta. El chico quitó su mano al sentir el impacto del postre en su pierna. Sonrió enternecido y ambos las alzaron sonrientes.

—¡Salud!— exclamaron ambos soltando unas grandes risas.

ESPECTRO - NOMIN (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora