Capítulo 2

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Seishu mira el techo con bastante serenidad. Hanagaki, por el contrario, lo mira a él con seria preocupación.

No quiere preguntar, pues bien sabe que la privacidad de las personas es algo que se debe respetar, pero nada calma el dolor de haber visto a su amigo llorar tan amargamente, rendido sin siquiera haber iniciado su cometido.

Inupi lo sabe. Comprende que el rubio quiere preguntar, y lo mucho que se está conteniendo.

Lo hizo pasar dentro de su casa, le dio un abrigo, una manta e incluso preparó chocolate caliente, para después encender la calefacción. El ambiente cálido no concuerda en absoluto con su desganado corazón.

—Akane era hermosa.

Hanagaki se asombra al escuchar la mención de la chica. Inupi casi nunca habla de ella.

—Demasiado hermosa —prosigue, sin apartar su mirada de aquel techo descolorido y feo que el rubio dorado no había arreglado hace más de tres años—. Mi hermana hacia suspirar a muchas personas a su alrededor. Odiaba caminar junto con ella cuando era más pequeño, porque todo el mundo la miraba. No me gustaba que sobresaliera tanto, sentía que el mundo no la merecía. Era demasiado para cualquiera.

—¿Celos de hermano menor?

—Tal vez. No es broma cuando digo que todas las personas solían besar el suelo que ella pisaba. Amable, bondadosa, afable, tenía una sonrisa que podría enamorar a cualquiera. Y así fue. —Cierra sus ojos—. De esa forma, Hajime se enamoró de ella. Realmente lo esperaba. Todos caían rendidos ante mi hermana, pero yo... Yo estaba inconforme con eso. No me gustaba la idea de que él la quisiera, porque deseaba ser yo la persona que pudiera estar siempre con él. Es realmente estúpido cuando lo pienso. La sola idea de creer que algún día podría pasar algo es ridícula. Hajime no va a olvidar nunca a Akane, y el único motivo por el que permanece a mi lado, es que tengo un ligero parecido con ella.

—Inupi, realmente no sabes eso. Eres su amigo, no creo que solo sea por un parecido...

—Te lo digo con fundamentos, Hanagaki —replica él—. Lo escuché decirlo más de una vez. Claramente no en sus cinco sentidos, pero lo hice. —Seishu vuelve abrir los ojos y le da un vistazo al triste rubio que lo mira con lástima—. Él dice verdades estando borracho. Verdades que en un pasado no me afectaban porque quería seguir a su lado, sin importar qué, pero ahora... Solo me gustaría dejar de sentirme así. Quisiera que toda esta patética situación desapareciera de una vez. No me hace bien, siento que me hundo cada vez más en los crueles pensamientos de mi mente, diciéndome un montón de cosas que son ciertas, y que duelen. Odio el hecho de verlo, de ver cómo su amor es para otra persona, que es para mi hermana muerta. Y odio el rechazar los recuerdos de mi hermana por ese dolor, pues todos los recuerdos en donde ella es feliz, él está. Dime, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Simplemente olvidarme de mi corazón y fingir que sigo bien, o decirle lo que siento y fracturar nuestra amistad cuando me rechace? Porque claramente lo hará. No encajo en su vida. No lo haré jamás.

Tanto que expresar y tales sentimientos de desazón, inconsolable, mueven el corazón de cualquier persona, aún más la sensibilidad de Takemichi.

—No puedo decidir por ti —es la respuesta del rubio dorado—. Solo puedo estar aquí y apoyarte, secar tus lágrimas y ser un oyente con el cual puedas descargar todo lo que sientes. En cualquier desición, no te abandonaré.

Inupi asiente, y no dice más. El silencio se instala en ambos. Un silencio triste y comprensivo. ¿Qué más puede decir? Desnudó su corazón con todas esas palabras. En absoluto le importa parecer débil frente a su amigo, sabe que frente a él no tendría que ser siempre fuerte.

Solo quiere quedarse ahí, en ese apartamento viejo y feo con renta exclusivamente baja que Hanagaki había conseguido luego de que sus padres lo corrieran de su casa por "pandillero y delincuente".

Pero debe irse. Su casa lo espera y no puede seguir molestando por más tiempo al chico.

—Graciss por escucharme —dice, levantándose y quitándose la manta de encima—, pero debo irme. Se preocuparan si no regreso a casa.

—Oh, claro. Ve con el suéter. No quiero que te enfermes, Inupi.

—Mañana te lo regreso.

—No ha problema —sonrie Hanagaki, también levantándose para acompañarlo a la puerta. Una vez que abre y el gélido aire entra, a la vez que Seishu sale, vuelve a hablar—. Avísame cuando regreses a casa, por favor. Juro que si no veo un mensaje dentro de media hora, llamaré a la policía reportándote como desaparecido.

—A veces pienso que eres un poco dramático...

—¡Te estoy cuidando, Inupi malagradecido!

Eso logró sacar una sonrisa del ojiverde, que niega con su cabeza.

—De acuerdo, está bien. Nos vemos.

—¡Adiós!

Seishu vuelve a negar cuando escucha esa despedida animada, y continua su camino en la oscuridad de ese barrio. Aún se pregunta cómo los padres del rubio no lo han ido a buscar a ese lugar. Pareciera que en cualquier momento el edificio caerá, y la calle por la que camina se ve como el escenario perfecto para cometer un crimen.

Suspira, a veces no entiende a los padres.

Ni a los suyos, realmente.

Pareciera que desde la muerte de Akane, todo perdió sentido para ellos. Le parece doloroso saber que él mismo no vale tanto para su familia como valía su hermana, pero lentamente se acostumbró.

Le vendió a todos la historia de unos padres preocupados por su único hijo vivo, cuando la realidad es alejada de ese relato.

No le quieren. Tampoco hay esfuerzo en quererle.

Ni siquiera vive con ellos. Hace más de dos meses que vive en un lugar peor que el de Hanagaki, porque a su madre se le ocurrió fingir que ya no tenía más hijos, y destruyó tanto la habitación de su hermana cómo la suya.

No le importa si su hijo pasa frío o hambre, ella ya no es una madre.

Y su padre no le ve utilidad, así que simplemente le dio un poco de dinero, y ya.

Se sustenta y mantiene solo, lejos de todo, mientras los demás piensan que vive tranquilo.

Simplemente, desearía borrar esa cadena de mala suerte.

Cómo siempre supone y sabe, en ese mundo no hay lugar para él.

Sería tan fácil desaparecer...

Y me molesta saber que hay una consecuencia si desapareciera.

No podría ver a Hajime nunca más.

No está preparado para eso.

Nunca.

No de mi, no por mi (Kokoinui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora