Capítulo 3

89 10 0
                                    

Seishu no abre los ojos, y tantea a su lado. Sólo habla, como si alguien pudiera escucharlo.

—Hajime, anoche soñé que me amabas. —Su mano se detiene en algún lugar de la cama, descansando ahí, apretando con fuerza la manta rasgada que apenas cubría algo—. Recorrías con delicadeza cada parte de mi cuerpo, y adornabas con tus besos mi cuello. —Sonrie tristemente—. Podía escucharte reír, y llamarme una y otra vez, con voz anhelante, desesperado por amor.

Espera que alguien responda a su confesión, pero nadie lo hace, porque la soledad jamás contesta, ni deja más que una fría sensación de agobio.

Le gustaría simplemente no tener que hacer nada más que seguir soñando con una ilusión, pero no puede, porque le mata el corazón tener que pensar y pensar cada vez más en lo que jamás será.

A duras penas se levanta de la cama, que rechina ante el mínimo contacto. La consiguió en una subasta de chatarra, y le ha servido bastante, aunque parezca que los resortes saldrán volando en cualquier momento.

Por fin abre sus ojos, y maldice existir un día más, cuando fácilmente pudo haber existido su hermana en su lugar.

«Yo no era el hermano que deberías haber salvado, Koko», piensa, con la opresión de siempre en su corazón.

A veces despierta, y se siente extraño, porque es como si en mucho tiempo no hubiera abierto los ojos, y sólo han sido dos horas.

Las únicas dos horas con las que se mantiene cuerdo.

No hace más que pedir a quien sea, que al menos ese si pueda ser un día tranquilo, y es lo que espera.

No tiene ánimos de querer nada más que paz, al menos ese día.

Irá a la biblioteca, su lugar de descanso y tranquilidad. El único sitio donde las caóticas líneas cruzadas de su mente, se ven disminuidas por el verso de antologías, cuentos y novelas, de cualquier cosa que le haga olvidar la realidad por al menos un poco de tiempo.

———

En el hogar Sano, Koko cuenta más de tres veces el dinero, y los cálculos no concuerdan.

¿Está tan distraído que ha olvidado contar? Realmente quiere concentrarse, pero no deja de pensar en él.

La pregunta es obvia: ¿Por qué no le ha hablado? ¿Es que Inupi decidió ignorarlo, así, de la nada?

Pasaron más de tres días desde su última conversación con Inupi por llamada, y más de una semana desde la ultima vez que le vio.

¿Hizo algo mal? No entiende que está pasando.

—Creo que estás teniendo problemas con eso.

La voz de Manjiro hace eco en la sala de descanso. Él entra, y está bastante desaliñado. Sangre ha salpicado en su camiseta blanca, y ensuciado parte de su rostro.

—Creo que tú tuviste un problema allá fuera —responde, observando con cautela.

Mikey se sienta en el suelo, y luego se recuesta, mirando el techo de madera con la expresión de agobio que ha tenido desde hace muchos días.

—¿Kenchin no ha estado por aquí? —pregunta, en cambio.

—No, al menos desde que llegué, no ha venido. Solo Emma estaba aquí, pero fue con Hinata a algún lugar, según ella, muy lejos.

El rubio no respondió. Solo cerro sus ojos. La calma que había en él era extraña. Koko estaba acostumbrado a verlo exaltado, enojado o simplemente tranquilo, sin ese ambiente de ahogo que ahora lo rodeaba.

—La Toman tiene bastantes buenos ingresos últimamente —comenzó a hablar, para tratar de aligerar el denso aire que estaba sintiendo—. No creí que lograría tanto, comparado con el de Black Dragons. Es bastante bueno saber fui a parar a una pandilla que sabe hacer dinero.

—Ahora tienes que encargarte tú, genio del billete. Hacer que todo fluya tan despreocupadamente como el agua, es tu deber. Moldear todo a nuestros intereses, sería lo mejor.

—Claro.

Koko sigue contando, y Mikey le mira directamente.

—¿Donde está el chico?

—¿Qué?

—Seishu Inui. ¿Donde está? Ya me acostumbré a verlos juntos.

El pelinegro se encoge de hombros con una despreocupación tan fingida que nadie jamás le creería.

—Ni idea, ¿es algo que deba importarme? Inupi puede hacer muchas cosas más que estar aquí perdiendo tiempo conmigo.

Probablemente, Manjiro lo habría dejado pasar, pero alguien lo había abordado hace una hora por teléfono, preguntando por Koko e Inui.

Y es claro que él haría cualquier cosa por ese alguien.

—Pues, al parecer, ha estado vagando solo por muchos días. Hanagaki dice que ha adelgazado demasiado en una semana, y que tiene unas ojeras tan marcadas que ya no se sabe si es sombra de ojos o las tales. Ni siquiera se ha reportado conmigo o algo. Pensé que sabrías algo.

La preocupación ya está en el lumbrar de la puerta de su corazón. ¿Qué significa eso? ¿Por qué Seishu estaría adelgazando y durmiendo poco?

—Con sinceridad, no sé qué pasa.

—Averigualo.

—¿Es una orden?

—¿Necesitas una orden para preocuparte y buscar al único amigo que seguramente tienes?

—Touché, líder, touché.

Mikey sonrió. —Vale, le diré a Hanagaki que estás en eso.

«Siempre es Hanagaki», piensa Koko, suspirando y levantándose para ir a casa de los Inui, y preguntar por Seishu.

Pero aún no comprende que para él, siempre es Inupi.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 15, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

No de mi, no por mi (Kokoinui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora