--------------------POR LA MAÑANA, AADYA NO SE DESPERTÓ con el ruido de sus compañeras de cuarto al pararse de la cama, o con la regadera sonando en el baño, ni con ellas mismas hablando mientras se preparaban para el día largo que les esperaba abrió los ojos de su reparador— y corto— sueño.
Se despertó con la luz que se coló por su ventana cuando Evie retiró bruscamente las pesadas y elaboradas cortinas, tarareando con dulzura alguna canción de la Isla, encantada de estar allí en Auradon.
La rubia aún no estaba lista para ponerse en marcha. Había tardado mucho en relajarse después de tanta tensión y realización, de que su vida, en realidad; era una porquería.
No pudo creer que apenas se dio cuenta en un lugar tan perfecto.
Por favor que nadie sepa que pensé eso.
Se tardo aún más tiempo en dormirse al darse cuenta de lo que significaría exactamente aquella conversación en el jardín. Ayer había hablado con el chico con el que llevaba soñando desde que tenía 9.
¡Y lo había regañado y gritado!
Se sentía una persona desalmada y maleducada.
Mamá estaría orgullosa.
Si tenía ocasión, le pediría disculpas a Ben. Sería un milagro si le daba incluso ocasión de hacerlo.
Sintió una almohada golpearla con fuerza en el rostro.
—Aadya, ¿estas despierta?— le pregunto Mal con falsa dulzura, arriba de su cama
—Noooo— gimoteó, con la cara contra otra almohada
Pero Evie y Mal se rieron ante sus lamentos, y eso bastó para hacerla sonreír y para que se decidiera a ponerse en marcha.
Ni Aadya o Mal decidieron sacar a relucir lo que sucedió la noche anterior entre ellas. La primera porque deseaba continuar en armonía con su hermana y porque luego de una horas, decidió borrarlo de su memoria para siempre.
Mal era su hermana; y aunque ella no se lo dijera mucho, sabía que la quería, a su manera. Y que aquello no fue más que una tonta discusión por sentirse frustrada.
Solo tenía que mantéese callada y al margen cuando algo como eso volviera a suceder, y listo.
