WHAT WAS ON THOSE COOKIES?

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______________MAL SE ENCONTRABA COMPLETAMENTE sola en las cocinas de la escuela. Se sentía sorprendida de todas las cosas que se podían hallar en una cocina; en la suya lo único que habían eran platos sucios e intentos de hechizos fallidos.

Aun así, sabía que no debía dejarse llevar por los lujos que jamás podrían ser suyos a menos que cumpliera con el plan.

Sus amigos la habían acompañado mientras hacía la infame poción de amor, que de tan solo pensarlo la hacía rodar los ojos de aburrimiento. No podía creer que su primer novio se tratara de un insípido príncipe, estas definitivamente no eran sus ideas de vacaciones. Por un momento, quiso colocar esta carga en manos de Evie, pero se distraería tanto por la idea de la corona que perdería de vista el plan principal.

Y Aadya... No, su hermana no estaba lista para esas cosas. Ella tendría que hacerlo.

Ya pegaban casi las 11, y los había mandado a descansar porque mañana necesitaría de toda su disposición y actitud. No quería que la dejaran ni un minuto sola a menos de que fuera necesario.

Fue entonces cuando se preparaba a colocar la mezcla de galletas en el horno que, estando de espaldas, escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

Ese silencio significaba que no era ninguno de sus conocidos.

Permaneció callada.

—No tienes cara de cocinera.

Esa voz.

Gruño internamente.

—Tú no tenías cara de ser un idiota.— se volteó luego de dejar la mezcla y encender el horno sin problemas— Estoy decepcionada.

Aquel desconocido arqueó una de sus cejas, sus ojos brillando.

—¿Sentías algo ya? Me siento halagado, Mal.

Aquello por alguna razón la hizo sonrojar. Apretó los labios y resopló, para luego decir:

—No creo que la decepción sea algo de lo que debas sentirte orgulloso...

La desconcertaba que ya supiera su nombre, pero no ella el suyo.

—Hayden.

Formó una fina línea con sus labios. Definitivamente estaba lleno de realeza, su caminar desinteresado lo delataba, aunque tampoco era demasiado remilgado como otros a los que ya había alcanzó a conocer.

—¿Que hacías?

Su pregunta la hizo mirarlo de nuevo. Sus ojos azules seguían recordándole al océano, turbulento e incontrolable. Aun no comprendía que había en ese chico que la llamaba más que cualquiera en esa estúpida escuela; y a penas conocía su nombre.

𝗧𝗛𝗘 𝗖𝗛𝗔𝗡𝗚𝗘 | BEN BEASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora