Choi Soo Bin es un Omega que perdió a su Alfa en un trágico accidente, con su lazo roto y su lobo deprimido, le quedan pocos días de vida.
Choi Yeon Jun es un Beta y enfermero a domicilio, es contratado para cuidar al Omega en sus últimos días.
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...
Para cuándo fueron a dormir, Yeon Jun estaba calmado gracias únicamente al vino, sino, sabía que se pondría nervioso por la incertidumbre de qué pasaría al dormir.
Ambos se acomodaron dentro del nido, Soo Bin escondió su rostro en el cuello del Beta, llenándose de aquel sutil olor a madera, el Beta abrazó su cintura.
— Yeon Jun... — el Omega murmuró por lo bajo, su tono era algo somnoliento, el mayor estaba casi dormido y sólo murmuró un sonido afirmativo—. En serio usted está haciendo de mis últimos días felices... Y contigo, por momentos olvido todo, es muy bueno en esto.
Yeon Jun esbozó una sonrisa, la voz del peliazul y esa ligera sensación de embriaguez que le había dado el vino lo estaban llevando al mundo de los sueños de forma sutil.
— Mí lobo lo quiere, y lo quiere de una forma distinta a la que quería al lobo de Huening Kai... Y yo... Yo no puedo negar todas las cosas lindas que dice mí lobo de ti porque son ciertas.
Soo Bin se sentía algo avergonzado por confesar esas cosas, esperaba que el lobo de Yeon Jun se sintiera igual, por lo que había dicho su lobo, era mutuo.
— Yeon Jun... Te quiero— dijo, sus mejillas se encendieron de sólo decirlo, y no sabía cómo iba a reaccionar, después de varios segundos en silencio, se dió cuenta que el pelinegro ya se había dormido, y respiró con alivio de que no lo había escuchado—. Buenas noches.
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— ¡Neul! ¡Neul~~!
Yeon Jun miró a su alrededor, entre aquellas plantas y árboles y los dorados rayos de luz que llegaban a dónde se encontraba, escuchó pasos cerca, escuchó una risa jovial y alegre.
Y fue cuestión de segundos para que un Omega se acercara a él a los saltos.
— ¡Te encontré! ¡Eres un asco para esconderte! — dijo, y rió, sus ojitos se volvieron dos líneas.
Se alejó de él lentamente, mirando sin entender si aquel joven era quien creía.
Su piel era de un hermoso blanquecino, que contrastaba con lo peliazul de su cabello, de color del cielo, andaba descalzo, y su ropa podría definirla como antigua y simple, de color blanco sucio.
— ¿Soo Bin?
— ¿"Soo Bin"? — el Omega dejó de reír para mirarlo con sorpresa, sus azules ojos lo analizaron de pies a cabeza, mientras sus abultados labios formaban una "o"—. Oh, no eres Neul tampoco, ¿Cómo te llamas ahora?
— Eh... ¿Yeon Jun? ¿Choi Yeon Jun?
—¿No sabes tu nombre? — preguntó el Omega con algo de gracia.
— Creo que sí me lo sé, pero la pregunta es rara— masajeó su frente un momento.
Aquel Omega rodó los ojos.
— Los humanos de tu época tienen tan poca sabiduría, y creen que se la saben todo al mismo tiempo, les parecen raras las cosas más comunes.
