Capítulo -3

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A veces pensaba que su prima tenía formas muy raras de sacar sus sentimientos y es que ya llevaba dos edificios arrastrándola a una rara audición para un proyecto que posiblemente se estrenaría en el festival de primavera.

Ya estaban en primer año de preparatoria y solo recordar cómo se lo pidió le hacía no poner tanta resistencia.

***** Flashback ******

— ¡¿Qué?! — casi se atragantaba con los mini hielos del smoothie de mango que había elegido.

— Sí, lo están promocionando por toda la escuela —la miraba con esa técnica infalible de ojitos no justu —, ni siquiera van a mostrar nuestras caras si así lo pedimos.

— Ese no es el problema nena, ya sabemos todos que babeas por el demonio ese, nomas deja que salga la convocatoria de porristas, solo es esperar un poco más —y ya la había regado, la mapachita bajaba sus tristes orejitas imaginarias que todos veían de manera ocasional y ella tenía que buscar algún chiste malo para que no llorara—, oi, oi, ándale vamos —y como acto de magia, la colita de mapache se sacudía ante la batalla ganada no declarada, una gota enorme escurría por la morena más alta; vil juego sucio. Una sonrisa de resignación se instaló en ella y no reparó en decirle— pero si me preguntas, primero deberías de quemar tu balita en  la convocatoria de porristas —su prima asentía— chance chicle y pega para las dos. . . -unos ojitos la acribillaban a lo que solo pudo soltar una carcajada, le faltaba tanto por aprender a la menor— que tal si me encuentro un asiático mamalon y duro por el el cual deje todas mis guarradas.

Ambas soltaron la carcajada, ella no se imaginaban que tan bien iba pegar el chicle aunque no de la forma que ellas hubiesen querido. 

**** Fin del Flashback ****

Y ahí estaban en la fila de tres horas con el 98% de la población femenina de la escuela, esperaban pacientes su turno. Aquellos allegados a la mas alta sabían que era un suplicio hacer fila con ella; los chistes malos eran la primera señal del inminente tsunami que se veía venir pero la mapache curtida le daba la vuelta en algunas ocasiones, en otras ya le debía la comida de medio semestre y se tuvo que agenciar los últimos tres proyectos que la ojinegra escogiera para que ella los hiciera.  Así de grande eran las ganas de salir en el infomercial de la escuela porque todos sabían que tenías una mayor probabilidad de ser escogida en las eliminatorias de la convocatoria para ser porrista. Y uno tenía que hacer puntos, porque el amor no  le iba a llegar por arte de magia a ese demonio. 

— ¿Y qué tal ahora?

— No.

 — ¿Y ahora?... ¡Auch! — se frotaba ahí donde el sape había aterrizado.

— Ya casi —Lo decía con estrellitas en los ojos mientras avanzaba la fila— Mira ya estamos en.. —Su señalización quedó petrificada cuando uno de los de staff dejó a la vista de todos el letrero de finalizado— ¿qué?.. !no, espere! — casi le arranca al pobre hombre el brazo para traerlo de vuelta — todavía faltamos muchos —señalaba más de tres cuartos de fila (incluidas ellas)

— ¡Oe Naty contrólate! —un golpecito rápido y certero sobre la mano que estrujaba al pobre hombre hizo reaccionar a su primera — Todavía está la convocatoria— tirando levemente de ella para que hicieran contacto visual— Vámonos ¿ne?.

La mapache soltó al hombre, le hizo una reverencia de disculpa y sin saber lo motivos del cierre se alejó con su prima intentando no iniciar el berrinche a media escuela. 

— Acuérdate que la que se aloca aquí soy yo — la ojinegra buscaba una risa de su mapache que escondía sus ojos bajo su flequillo, espero un momento y no encontró respuesta alguna. Inhaló y exhaló tres veces dando pequeños masajes a su sien buscando fuerzas para no recriminarle el santo berrinche que estaba haciendo. La mapache ni siquiera la espero cuando la más grande había parado para tomar el suficiente aire  y no reventarle una patada.... quizás no una patada pero si algo más efectivo. La ojinegra la miró, sonrió cuál traviesa chiquilla y marcó su objetivo; corrió tomando impulso y cayó sobre ella. La más chica casi se va de hocico contra el pavimiento y antes de poderle reclamar algo ya sentía como la mayor le da un tope borrego para que entrara en razón — ¡Qué la loca soy yooo!, ¡entiendee! — y frotaba su cabeza contra la otra.

—¡Duele tonta!

— !Tonta tú! — ambas soltaron la risita, y el pasaje amargo se había ido. Se quedaron en esa posición por un momento más (con la cabezas juntas y con los ojos cerrados). A lo lejos, ambas escucharon los gritos del entrenamiento del equipo de Americano. La mayor fue la primera en entrecerrar los ojos al sentir el respingo de la menor por la voz del capitán.  Anda vamos  —resignación con amor por parte de la mayor— que nadie se muere de amor por verlo.

— No me muero pero si me siento triste.

Cruzaron miradas, y de nuevo la ojinegra no entendía como podía generar ella solita tanto amor, porque no lo idealizaba, eso ya lo había comprobado. 

— Solo un poco más —le estiró la mano invitándola a irse a sentar a su colina preferida donde lo podrían ver un poco más y nadie más que ella escucharía  los suspiros perdidos al demonio ese.

Y ahí sentadas juntitas, compartiendo un momento en silencio la mapache soltó — ¿Tú crees que si entremos?

— Sep.

Volvieron a conectar miradas, y la mayor captó sin dificultad la mirada tan intensa que le dirigía su prima.

—Porque yo  sé muchas cosas bebé —se rieron cómplices y la menor se recostó en ella, oliéndola como estopa.

— Te creo.

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