Christina.1 de julio 2015.
Observo del profesor a mi celular tapado por la lapicera, con una mano escribo mientras en la otra descansa mi mejilla, escuchando la odiosa clase de matemáticas.
¿A mí que me van a importar las identidades trigonométricas? Yo quiero escribir y editar escritos, no pasarme la vida despejando a seno, coseno o tangente.
La pantalla de mi celular se ilumina por una notificación. Me emociono, pero me desinflo como un globo al ver que solo es un mensaje de Vladimir.
De cualquier manera, le contesto. Es mi amigo y aunque las cosas están medio raras desde el beso, siempre fue bueno conmigo.
El timbre que marca el final de la clase, y del día, suena interrumpiendo la voz del maestro, que explicaba el procedimiento de un ejercicio. Como era de esperar, lo dejó de tarea.
Guardé todas mis cosas con un ánimo que me sorprendía. No sé qué me pasaba, desde mi cita con León no estoy bien. Y no porque la hubiera pasado mal, sino porque no recibí ninguna llamada o mensaje suyo.
Sigo esperando algo que no sé si llegará. Quizá sólo fui una especie de apuesta con sus amigos y por eso ellos aparecieron en esa galería. No pudo ser una coincidencia.
Suelto un suspiro colgándome la mochila al hombro. Levanto la mirada y Alex me sonríe.
—¿Todo bien, quiste?
—Sí, muchas matemáticas me agotaron.
Ríe y quitó la mochila de mi hombro para colgársela él.
El pasillo a la salida estaba abarrotado de los adolescentes de todos los grados. Gritaban, reían y conversaban. Algunos otros se besaban, pero todos caminaban hacia la salida.
—¡¡Christi!!
Entre todos busco la mata de cabellos rubios, porque si en algo soy buena es en identificar a las personas por su voz.
Alison, con su falda roja y una blusa negra, llega a nosotros. Tiene una sonrisa que capta la atención de algunos de los chicos más cercanos a nosotros. Su cabello rubio ondea suelto hasta su cintura. El poco maquillaje que lleva no oculta del todo sus pecas.
Me da un abrazo después de dejar en el piso su mochila.
Se separa y toma mis hombros.
—Afuera hay un chico ardiente que te busca.
—¿A mí?
—¿A caso hay otra Christina?
—No lo sé. Quizás. No conozco a las personas de todos los grados.
Alison blanquea sus ojos y mira a mi hermano.
—Dile a tu hermana que solo se emocione.
Alex me mira y repite—: Solo emociónate.
Le sonrío y Ali vuelve a voltear sus ojos con fastidio. Toma mi mano y me jala.
—Sí eres tú, o no, quedándote ahí no lo vas a descubrir.
—¿Y si es un secuestrador?
Nos abrimos paso entre los estudiantes a empujones. Pude notar las miradas que le daban a mi mejor amiga y no pude evitar pensar en que León no me miró así ni una sola vez.
Es claro que sólo fui un juego de una noche. Por lo menos no...
Mi mente dejó que pensar al verlo de pie bajando las escaleras, frente a la puerta de su coche. Varias chicas lo veían con interés, pero él sólo me mira a mí. Ni siquiera volteo en la dirección de Alison.
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Vainilla y chocolate (Les amoureux #0.5)
Romance¿Hay algo peor que estar en la etapa de la pubertad? Claro que lo hay. Para Christina, llegar a la adolescencia se convirtió en un martirio sin siquiera estar consiente de ello. Debía tomar decisiones demasiado apresuradas para su edad, llevándola...