La magnifica historia de Setopan

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Érase una vez un seto, y ese era yo, un seto normal y corriente con ganas de aventuras volviendo de clases. De pronto siento una mano en una de mis ramas que me agarra fuertemente, me di la vuelta para ver de donde provenía aquel súbito arrebato. ¡Era un alce!

El me llevó a su casa y me llamó Setopan. Yo antes me llamaba Armand, la verdad es que nunca estuve muy conforme con ese nombre, no era del todo de mi estilo. El nuevo nombre era mucho mejor, mi madre se sentía angustiada y quería traerme de vuelta.

El Alce intentó torturarme... o algo parecido, no lo termine de comprender muy bien. De pronto me suelta en una balda negra y me deja ahí solo e indefenso. En una fría balda iluminada levemente por una tenue luz dentro de lo que parecía ser un castillo. La puerta del castillo se abrió de nuevo, era el Alce. Traía una bandeja en sus manos, a medida que se fue acercando pude distinguirlo mejor, estaba trayéndome un vaso de agua.

No estaba muy seguro de si debía beberla o no pero... yo tenía mucha sed y esa suculenta agua era muy tentadora, además no estaba roída como el agua que me daba mi tía.

El Alce me sacó de allí y fuimos a por algo de comer, estaba delicioso. Debía de ser algún tipo de comida de Alces. Nos chocamos contra la encimera y el techo del establecimiento debido a su poca altura y me arrojaron al sofá. Me dieron esa comida de alces tan rara, era un círculo rojo con cosas de colorines por encima, después de comérmela ya no tenía hambre.

De pronto vi a mi madre entrar a la tienda, pero antes de que pudiera alcanzarnos salimos del establecimiento. Nos fuimos volando hasta un globo de colores. Alce, al ver que mi madre sabía dónde estábamos decidió buscar un mejor escondite. En lo que el Alce pensaba a dónde llevarme ahora mi madre se aproximaba cada vez más. Mi madre estaba furiosa, justo cuando parecía que ella iba a ganar, el Alce me cogió y me llevo a algún sitio remoto. A mi no me gustaba ese sitio así que decidí escapar. Conseguí zafarme de su agarre y salir por la puerta. Pero cuando llegué a la entrada me quedé desorientado.

Ni siquiera sabía dónde me encontraba así que me quedé allí esperando  a mi mamá.-¡Auxilio!-Grité, pero no obtuve muchos resultados. El Alce empezó a atragantarse.-¡Maldito Setopan, me has envenenado con...! ¿Una uña? Como podía acusarme de algo así, yo nunca hice tal cosa. Después empecé a oír un ruido... ¡Era una estampida de monos!

-Uu, aa, uu, aa- El Alce me cogió y juntos intentamos escapar de los monos, llevábamos un rato corriendo, el Alce giró la cabeza para comprobar que ya les habíamos perdido de vista, y en efecto era así. Cuando el Alce giró la cabeza hacia el frente se había estampanado con un trozo de nata, así como un pájaro con un cristal transparente.

En toda esa conmoción volvieron los monos, el Alce estaba muy cansado de correr, casi a punto de desfallecer pero prefirió salir corriendo a que unos monos asesinos se queden conmigo.-Al final no fuiste tú el que me intoxicaste así que intentaré salvarte la vida- me dijo. Intenté escapar pero la única salida era tirarse por una montaña así que... pensándolo mejor me queda dónde estaba.-¡Alce, para!-Le grite. Había visto un billete de 20€ en el suelo así que lo cogí.-Ahora puedes seguir corriendo- El Alce me miró extrañando pero no dijo nada y continuó corriendo. Los monos nos estaban alcanzando.

De pronto siento la pata de un mono en la rama, me golpearon con algo y empecé a verlo todo blanco, me desmayé.

Cuando me desperté estaba en un almacén de cosas rojas con cuatro círculos negros.-Oh, ya estás despierto, todo este tiempo he querido hablar contigo- Me dijo el Alce. -Hemos escapado de los monos-En verdad me alegré por eso. Seguí observando a mi alrededor. Tenía mucha hambre y vi unas setas rojas muy apetecibles pero decidí no comérmelas ya que podrían ser venenosas.-No hay tiempo que perder, el portal está a punto de cerrarse- Dijo el Alce. Al principio no comprendí, pero cuando miré al suelo vi un portal.-No pienso meterme por ahí parece peligroso-Dije yo todo convencido. Antes de que me quisiese dar cuenta el Alce ya me había cogido y metido en el portal. -¡AHHHH!-Grité con todas mis fuerzas mientras cerraba los ojos.

-¿Piensas parar de gritar ya o tengo que meterte una hoja en la boca? Solo quiero hablar contigo-Cuando abrí los ojos el portal ya se había cerrado. Miré a mi alrededor, estaba en una cueva llena de minerales morados relucientes. Después de que el Alce me metiera en ese portal solo quería salir de allí. La única salida era la entrada de la cueva. Era peligroso pero cuando estaba a punto de acobardarme escuché la voz de mi madre. Sin pensármelo dos veces me tiré, creo que me hice un esguince en una rama pero nada de eso importaba, yo solo quería ir con mi madre.

Cuando me reencontré con mi madre nos dimos un abrazo rápido que fue interrumpido por la voz del Alce. -¡Setopan vuelve a aquí, tengo que hablar contigo!-Mi madre y yo nos subimos en una lancha.-Mami, ¿De dónde has sacado este coche?- La última vez que nos vimos no lo tenía así que me pareció extraño.-Ah eso, me encontré con Bob esponja y me lo dio, me dijo que de todos modos el nunca podría conducirlo-Que yo sepa ella no tenía carnet de conducir.-¿Mamá desde cuando tienes carnet de conducir?-Oh, nadie ha dicho que lo tenga. De pronto chocamos contra un tronco causando un fuerte estruendo.-¡Mamá! Como Bob esponja se entere....- Se me pegó una hormiga del tronco pero me la quité rápidamente.

Vi a mi madre rebuscando en su mochila.-¿Qué haces?-Me atreví a preguntar.
-Oh, mira, aquí está.-Sacó un vehículo de fórmula 1 rojo, era precioso.-¿Subes o piensas quedarte ahí parado esperando a que te secuestren?-Al darme cuenta de que me había quedado admirando el coche en mi mente, me subí al coche lo más rápido que pude.-Me siento como Fernando Alonso ahora mismo. Pero mamá si no tienes carnet... ¿Porqué conduces un coche de carreras?-Porque haría cualquier cosa por ti hijo, hasta atascarme en un coche si hiciese falta. Cuando miramos hacia atrás vimos al Alce a lo lejos. Mi madre pisó el acelerador con tan mala suerte de que nos dimos con un inmenso cactus que hizo volar al coche por los aires.

Mi madre para que no me pasara nada me cogió en sus brazos. Cuando el coche aterrizó en el suelo solo podía ver resina por todos lados. ¡NO! Mi madre se estaba desresinando (desangrando). Si tardaba mucho podría morir. El Alce me alcanzó, yo estaba llorando sobre mi madre.-Setopan, que no huyas de mi.-De pronto se dio cuenta de que mi madre se estaba desresinando-Oh, lo siento mucho, deja que te ayude, ven conmigo- El Alce cogió a mi madre y a mi y nos llevó a otro sitio.

-¿Dónde estamos?-¡Silencio Setopan! Deja que me concentre-El Alce colocó a mi madre en un pedestal de piedra. Estábamos en un sitio rodeado de libros, polvo y muchos frascos transparentes con cosas dentro. El Alce empezó a coger frascos y echarlos en un cuerno.-¿Estás haciendo un brebaje?-¿Por quién me tomas?¡Por un brujo! Yo soy un Alce hechicero que es mucho mejor.- Pero-¡Qué parte de silencio Setopan no has entendido!- Dijo un tanto molesto. Me limité a callarme y observar en silencio. Estaba mezclando varios tipos de líquidos y polvos de distintas consistencias.

Después de muchas mezclas le puso el cuerno a mi madre en las ramas y a recitar algún tipo de conjuro: -Ex vi foliorum hic crescunt folia.
Después de maldecir a diez abejas en Pakistaní a mi madre empezaron a crecerle flores, era asombroso. Al cabo de unos segundos estaba curada. Al ver al Alce mi madre se asustó.-No quiere hacerte daño mamá, el te hace curado-¿De veras? Muchísimas gracias señor-¡De señor nada, solo tengo ciento treinta y cuatro años, estoy hecho un chaval!-Entonces... ¿Por qué ha secuestrado a mi hijo?-Secuestrar son palabras por graves para mi gusto-Eso no responde a mi pregunta.-¿Puedo hablar con Setopan a solas un momento?-¿Setoquién?-Setopan, su antiguo nombre no quedaba muy bien así que decidí cambiárselo-Emm...Vale. Supongo que después de salvarme la vida es lo mínimo que puedo hacer.

El Alce me llevó a una esquina.-Setopan tengo que hablar contigo-¿Qué quieres?-Llevo intentando hablar contigo mucho tiempo pero es que no te dejas, esto es tuyo-Dijo señalando mi cartera-¿De dónde la has sacado?-Oh, ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos?-Eso creo- Pues se te había caído la cartera, yo solo intentaba devolvértela-Espera un momento... me estás diciendo que todo esto ¿Ha sido para devolverme la cartera?-En efecto.-Eres, la persona, más locamente increíble que he conocido jamás.-Ya lo sé Setopan no hace falta que me lo recuerdes.

Al cabo de un tiempo el Alce y mi madre se hicieron amigos, mi madre estaba a punto de contratarme una niñera así que no veo porqué no puede cuidarme bien el Alce. Desde ese momento el Alce me estuvo cuidando cada vez que mamá estaba fuera de casa y todos nos hicimos amigos. Con un vínculo irreparable entre en nosotros. Si todo esto me ha pasado en un día... No puedo esperar para ver lo que pasará el resto de mi vida.

La historia de como me convertí en Setopan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora