II. EL SUPUESTO ARCOÍRIS.

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Sara.

Sigo sin creerme que esté subiendo las escaleras para primero de bachillerato. Bueno, técnicamente no las estoy subiendo, que el chico de pelo azabache haya subido las escaleras a zancadas mientras estaba hablando conmigo me ha dejado un poco descolocada, no os voy a engañar.

—¿Qué hacías hablando con el guaperas?— Marina me sobresaltó con su tacto en mi hombro, llega tarde (como de costumbre), aunque para su suerte su profesor también.

—¿Eh?—no sabía contestarle a la pregunta, no había pasado nada con ese chico, fue torpe, me recogió un libro y se fue porque lo espanté de una manera desconocida para mí.

—Con el guapo que te ha recogido el libro, que qué te ha pasado. —Explicó ella su pregunta.

—Ah, ese... Bueno nada, me ha recogido el libro—Marina estaba a punto de decir algo cuando la corté— ¡vamos, están subiendo todos!— Y posteriormente la agarré de la muñeca, tirando de ella mientras subíamos los escalones a trompicones. El profesor aparentaba tener bastante mala leche, así que mejor no provocarlo...

Entramos en clase posteriormente de haber dejado a los chicos de ciencias en su clase, (y ponerme melancólica con Marina por estar en clases distintas, por supuesto). Nos sentamos donde nos dijo el profesor, aunque pensé que al ser el primer día, elegiríamos nosotros nuestros sitios, pero a la vista está que no. El profesor señaló un asiento en primera fila mirándome clavando sus dagas marrones en mis ojos.

Qué suerte la nuestra...

Y no mentiré, me decepcioné al ver que el chico de pelo azabache no estaba en mi clase, aunque el rubio de mi lado me alegró el día, era como verme en un espejo en lo que a personalidad se trata.

–¡Hola! –Me saludó animado. Era guapo. Muy guapo. –Soy Adrián, puedes llamarme así, Adri o el amor de tu vida– Se mordió un labio, entrecerró los ojos y levantó las cejas. Solté una carcajada.

–Por ahora Adrián está bien, no te preocupes–Le dije divertida.

–¿Seguro? Puedes llamarme cari también... –Lo miré sonriendo con las cejas enarcadas. Él no se dio cuenta y prosiguió. –O amorcito, si lo prefieres; aunque la juventud ahora se llama por animalitos... ¿Quieres llamarme gatito? Sería un poco raro al principio, pero podría acostumbrarme, pero tampoco me llames ornitorrinco, ni iguanita, lagartito, cabrita...– Me caía bien este chico, sin duda. –¿Cómo quieres que te llame yo?

–Sara está bien, Adrián. –Esbocé una sonrisa. Él también.

–Un placer conocerte, Sara–me estrechó su mano derecha, le devolví el saludo.

El profesor había salido de clase para ayudar al tutor de ciencias con no sé qué de una cafetera, así que cuando volvió yo ya tenía el estuche y la agenda encima de la mesa para apuntar el calendario de exámenes y el horario de clases, la verdad es que estaba ansiosa por empezar un nuevo curso, sobre todo bachillerato...

Mientras que el profesor no venía, saqué el móvil para escribirle a mi novio.

Ya he entrado y todo, cariño

El profesor es bastante peculiar, deberías verlo...

Guardé el móvil debajo de mis piernas por si entraba el profesor, pero este vibró de inmediato.

Óscar 🖤

¿Qué te has puesto para ir? No me has mandado la foto que te pedí antes

No te la envié porque no me gustaba cómo me veía, te lo juro

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