Capítulo 2

8 0 0
                                        


En la pantalla, lo primero que aparece después del mensaje: " Se ha iniciado la vídeo comunicación"; es su rostro. Dos ojos vidriosos me examinan, consternados, casi luchando por mantenerse abiertos. Un pañuelo vuela hacia su lagrimal, una cascada constante, una fuga acuosa a causa de la edad.

Tiene la piel lechosa, llena de manchas y su cabello está acariciado, como lo están los montes de Septentrio, por una capa de nieve canosa. Una ligera tos se le escapa antes de rascarse la garganta y provocar ese ruido aserrado tan molesto. Me vuelve a mirar y yo le miro. Esos ojos antes eran de ónice.

Una mano invisible me está apretando la cabeza de tal forma que siento mi sangre luchando por salir en una explosión neuronal. Me late todo el cuerpo a la vez, más bien es toda la sala. El calor me baja a las manos y solo tengo ganas de azotarme por tenerle lástima y recordar que hubo un tiempo en que fue un hombre bueno. La verdad es que no sé de qué estamos hechos los humanos, pero yo me siento hecho de pérdidas. Desde que llegué aquí soy como una campana rota, resonando por encima de los hombros de mármol como un eco maldito. A veces presiento que estoy solo en estas salas llenas de gente y que mis fallos, en sus bocas, suelen ser tan grandes que mis manos no recuerdan haberlos cometido.

Becca me agarra del hombro cuando ve que estoy presionando con fuerzas el mango de la silla que tengo en frente. Cuando me fijo, veo que lo he abollado y ella me mira condescendiente, intentando que me de cuenta de que estoy llamando la atención. Me coge con fuerza hasta colocarme a su lado. 

-Escúchame bien...-dice susurrando mientras sonríe sarcásticamente con esos ojos tan grandes. Veo la sala parpadear al mismo ritmo que los botones de las paredes.- ... ya me arruinaste la última reunión y me gustaría que no se volviera a repetir. Intenta comportarte como una persona normal.

Me da un empujón que nos aparta cuando el señor capitán nos mira. Se pone erguida y saca la mejor de sus sonrisas. Yo también me dirijo a la imagen torturadora de la pantalla. Llevan tres semanas preparándonos para esta reunión y a mí advirtiéndome de que no me quedan muchas más oportunidades para empezar a comportarme como es debido.

-Buenos días señor.-dice haciendo un movimiento de cabeza que me produce arcadas.

El ser de la pantalla por fin da señales de vida y también responde mostrando una sonrisa afilada debajo de aquella espesa barba.

-Buenos días señorita Hellywell,-luego me mira a mí.- Even.

-Ajá.- digo por decir algo. Becca me mira enfadada, seguro que está tramando veinte formas diferentes para matarme.

-Señor capitán, tenemos nuevas noticias sobre nuestra invitada.- dice Becca interviniéndo.

-Al fin, comenzaba a pensar que mi viejo compañero Nicanor no había logrado ningún avance. Me gustaría hablar con él del tema.

-Me temo que hoy no se encontraba en un buen estado físico, así que delegó la responsabilidad en mí y Even.

Finge una mueca de asombro, creo que también de pena.

-Bueno, si no queda más remedio, no vamos a causarles problemas con su nueva responsabilidad. Procedan.

Becca me mira incitándome a que hable. Me levanto de los mandos sobre los que estaba recostado y avanzo, casi con miedo, a que el mareo vuelva a mí. Tardo cinco largos y lentos pasos en situarme delante de la pantalla. Alzo la mirada y me cruzo con la suya, tan fría y tan tajante. Es tan parecida a la de mi padre.

-Nuestros cadetes infiltrados nos han comunicado que consiguieron introducirse fácilmente en el sector y que consiguieron tomar el aerodeslizador en el que iba nuestra invitada. Esta mañana nos informaron de su llegada a Septentrio y que el sujeto no recuerda absolutamente nada del último año de estancia en Idealized. Por tanto todo procede con normalidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 07, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Carpe DiemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora