Las mamás no olvidan a sus hijos

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  Cuentan que... en lo profundo del bosque con muchos árboles y flores de radiantes colores, vivía una hermosa abeja ¡la reina Iris! Ella tenía como única familia a su pequeña hija llamada Sol, ya que sus demás hijos habían emprendido su propio camino hacia otro panal.

  Un día la reina enfermo de gravedad se sentía muy mal, la noticia que recibió era que pronto moriría por eso ocultó su enfermedad a su hija para que no se preocupara y estuviera triste. Al paso de los días la reina Iris decidió decirle a Sol una mentira, se vió obligada porque tenía los días contados, unos minutos después la manda a llamar. Sol al entrar a la habitación, se acerca a su mamá para darle un abrazo pero la reina se rehúsa con el fin que no la toque y vea su delgadez.

—¡Qué pasa mami! —exclama con voz dulce, teniendo los ojos muy abiertos.

—Ya no quiero verte más ¡vete! Mantente lejos de mi —dice en un tono con demasiada acentuación.

—¿Por qué? —cuestiona.
No entendía que le estaba pasando a su mamá.

—Solo hazlo —ordena con autoridad, su mirada la fija en Sol para que vea que habla en serio.

—Mami soy tu solecito —la cara de susto se hace evidente, piensa que su mamá ya no la quiere.

—¡Vete! —grita la reina Iris tan fuerte que se escuchó en toda la colmena. Por dentro la tristeza y la ira le invade por no decirle a su hija lo que estaba pasando. Sabe perfectamente el daño que le estaba haciendo al tomar esa decisión, reconoce que el tiempo es capaz de que su hija pueda seguir adelante.

  Sol al escuchar todas esas palabras de su madre se decepcionó, dudó del amor de su madre que le tenía fuera real. Sus ojos empezaron a brillar, en cualquier momento las lágrimas podrían salir, no aguanto más y fluyeron esas gotas de agua por todo su rostro, estaba segura que ya no tendría que estar viviendo en esa colmena, no había opción porque no se sentía querida por eso sale volando sin rumbo.

La reina intencionalmente le rompió el corazón a su hija.

  El tiempo pasó y entonces paso un milagro, la reina mejoró se sentía mucho mejor.

—¿Dónde está mi hija? —pregunto la reina a dos de sus guardias.

—No lo sabemos, ya tiene tiempo que no la vemos —dicen en coro.

—Busquen a mi hija y no quiero que vuelvan sino la traen de vuelta —grita furiosa. No tarda mucho en darse cuenta del error que cometió al dejarse llevar por lo que le dictó su corazón. Evidenciando que está mal guiarse por el corazón porque es traicionero.

  Pasan dos semanas y los guardias regresaron sin ella, la reina gritaba llena de dolor.

—¡Les dije que no regresarán sin mi hija...!

  Uno de los guardias decidió decirle a la reina que su hija había muerto, porque no había rastro de ella en ningún lado, pensó que su dolor desaparecería y no fue así, su aflicción aumento.

—¡Mi hija! ¡mi hija! —anunciaba con sufrimiento.

  Quedó completamente destrozada, estuvo en cama por meses era como si hubiera muerto en vida; pasaron días y las abejas obreras la animaban con palabras bonitas hasta le traían su comida favorita la jalea real, finalmente ellas con mucho esfuerzo consiguieron que volviera a vivir. La reina se levantó de la cama pero siempre tenía en su mente a su hija porque una madre pase lo que pase no olvida a sus hijos. En el fondo de su corazón presentía que su hija estaba viva de tal forma que decidió salir, como no había salido hace mucho tiempo extendió sus alas para aletear en un mismo punto, ya que estuvo segura voló junto con un enjambre de abejas, fueron a diferentes colmenas y la reina Iris gritaba desesperadamente el nombre de su hija, lo más sorprendente es que nadie la conocía. Lo bueno de buscarla por todos lados y gritar su nombre a los cuatro vientos, es que una abeja obrera se acercó y a la reina Iris le dijo:

Viaje a un mundo de cuentos #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora