Déjenme contarles una historia, pero no una cualquiera,si no una que se sitúa en las más calorosas y peligrosas arenas del desierto, donde en un descuido, puedes perderte, entre todo aquel lugar un reino había, donde el sultán era muy bien respetado...
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A la mañana siguiente, el pelirrojo se despertó gracias a unas voces; una de ellas le era conocida, pero decidió mantener sus ojos cerrados y moverse levemente.
—Si estás despierto, deberías levantarte de una vez.
—Y tú deberías callarte de una buena vez —poco a poco se levantó, abriendo sus ojos, acostumbrándose a la luz—. ¿Desde cuándo sabes que estoy despierto?
—Desde que te moviste, ¿sabías que roncas?
—Vete a la mierda —le lanzó una mirada de odio.
—Vaya valentía tienes para hablarme de esa manera.
—Ajá.
Chuya miró los alrededores, encontrándose con otra persona, que por buena o mala suerte conocía a la perfección.
—General Oda Sakunosuke, no pensé que lo vería aquí.
—Puedo decir lo mismo.
—Bueno, creo saber quién es el que me entregó —dijo mientras se abrazaba las piernas y ladeaba la cabeza coquetamente mientras sonreía—noNo esperaba tal traición.
—No esperaba que Dazai pensara traerte.
—Bueno, ya viste que es lo contrario.
—¿Pueden dejar de hablar como si no estuviera aquí? —se cruzó de brazos— No esperaba que se conocieran.
—Nos conocemos de la única vez que me capturó y me dejó ir, además de que era cliente frecuente de donde trabajaba.
— ¿En serio? Me gustaría escuchar la historia.
—Antes de que pienses algo que no, fue las únicas veces que pude descansar. Lo vi robando, así que lo detuve, pero al hablar con él y sus razones no tuve más remedio que dejarle ir, aunque también me enteré de que tenía un trabajo; decidí verlo. Hablamos un par de veces, pero nada más allá de eso.
—Y yo ni enterado; debía de saber esos pequeños detalles.
—No eran tan importantes;demás, en ese entonces tenías más preocupaciones.
—Aun así...
—Deja de reñirle, eres un histérico. —Salió de la cama y se estiró un poco—. Dormir en un lugar con muchas almohadas y de textura suave no es lo mío.
Siguió estirándose frente a todos, no les tomaba importancia a los presentes, quienes le veían detenidamente, puesto que Chuya tenía sus brazos alzados y sus manos detrás de su cabeza, estirando un poco su ropa, dejando ver un poco más, además de que tenía un lindo sonrojo en su rostro a causa de su despertar.