-𝕰𝖑 𝖉𝖎𝖆𝖇𝖑𝖔 𝖓𝖔 𝖙𝖎𝖊𝖓𝖊 𝖒𝖎𝖊𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝖘𝖊𝖓𝖙𝖆𝖗𝖘𝖊 𝖊𝖓 𝖚𝖓 𝖆𝖑𝖙𝖆𝖗. -Austin O'Malley.
.
.
.
.
.
- ¡Sebastián! - bramó el joven duque.
En menos de un minuto su mayordomo estaba llamando y entrando por la puerta.
-¿Que necesita m...
El conde junto a su mayordomo llegaron al terreno en donde estaba el circo. Todo parecía normal niños juntos a sus padres entrando a gran la carpa, pequeñas demostraciones en puestos pequeños, comida...todo muy normal.
- Entremos - ordenó el joven peliazul.
Los dos entraron y se sentaron en las gradas, personas llegaban en familia sentándose expectantes por el espectáculo.
Una vez se hubo llenado las luces se apagaron para que solo se encendieran las del centro viendo a un joven con su cabellera negra pulcramente recogido en una pequeña cola, vestía un traje negro demasiado elegante.
- ¡Buenas noches damas y caballeros! - saludó de manera alegre saludando con la mano de manera infantil; un total contraste con la primera impresión - ¡Sean bien venidos al lapsus rex circo! - y las luces se apagaron dejando todo en penumbra.
- ¿Circo del rey caído? - murmuró el conde para el mismo aún así siendo oído por su fiel mayordomo.
- Un nombre muy original - opinó Sebastian sonriendo ladino.
Las luces volvieron dejando ver a una joven de piel oliva y cabello rubio que llevaba una extraña capa afelpada que solo le cubría la parte derecha y en la izquierda dejaba ver unas pinturas blancas en su piel y su vestimenta debajo eran unos pantalones anchos blancos junto a un top del mismo color con pedrería, junto a ella una jauría de lobos rodeándola.
- ¡Holaaa! - saludo eufórica - ¡mis chicos y yo os vamos a presentar algunos trucos que sabemos! ¡¿No es así chicos?! - le preguntó a los lobos los cuales aullaron y luego se movieron para quedar unos enfrentados a los otros; delante de estos aparecieron del techo aros incendiados sin esfuerzo los lobos empezaron a pasar entre ellos.
- Noe gustan los perros...- masculló el mayordomo.
- Calla Sebastian - ordenó serio el conde maravillado por aquellas criaturas.
Los siguientes números fueron demostraciones de algunos animales como una llama, un camello y algunos pavos reales. Los presentes estaba maravillados por tan bellos animales.
- ¡Y ahora nuestra estrella! - gritó el joven del principio.
Y de detrás de unas cortinas apareció un gran felino de color blanco con penetrantes ojos azules, miraba a todos con gran porte hasta llegar al centro sentándose al lado del presentador.
- ¡Os presento a Bianca! ¡Una puma albina que fue criada por el propio dueño del circo! - acarició al gran gatito. - ¿Algún valiente que se atreva a bajar? - preguntó con un poco de burla y grande fue su sorpresa al ver a un pelinegro levantar la mano - ¡El caballero de traje baje y acérquese a nuestra reina! - bramo divertido.
Sebastián estaba en éxtasis de solo pensar en acariciar aquel grande animal, bajó con su cara serena hasta estar delante del animal mirándolo con gran amor.
- ¡Este gran hombre se a atrevido a bajar con Bianca! ¿Le caera....- no le dio tiempo a terminar de hablar cuando la puma tenía la cabeza del mayordomo en su boca - ¡Bianca no! - le riñó a la puma que rápidamente se separó del demonio - lo siento mucho nunca hizo nada igual...- se disculpó el joven - ¡Diana lleva al caballero a curar! - gritó a una de sus compañeras.
- No pasa nada está damisela solo quería algo de cariño - dijo meloso acariciando las zarpas del imponente animal.
- Sígame porfavor - le habló una chica bajita con grandes pechos y peligrosas curvas.
- Mí amo está...- no le dió tiempo a terminar cuando la chica llamó a Ciel para que los acompañara.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Después de curar innecesariamente al demonio la chica le había prometido un recorrido por las instalaciones ya que el hombre no paraba de preguntar por los diferentes animales.
Los dos varones vieron cómo la fémina abandonaba la carpa dejándolo allí en una enfermería.
- Nunca cambiarás...- le reprochó su amo.
- Lo siento mi Lord pero era tan bella...- su voz era soñadora y su mente divagaba por la belleza de aquella peligrosa peliblanca.
El conde suspiró cansado.
- Deja de hablar de ese animal como sí fuera una joven dama.
- Oh sus grandes ojos eran tan electrizantes...- siguió divagando.
- Maldito demonio...- suelta con asco.
- Buenas noches señores - saludó una vez ya dentro el presentador llamando la atención de los otros dos - me presento soy Estian el presentador de los shows - hizo una reverencia extravagante - pueden seguirme les haré la guía.
Y así el conde y mayordomo siguieron al presentador, pasaron por diferentes jaulas donde los animales descansaban, habían muchos más de los que presentaron.
- Cada día presentamos diferentes para no estresarlos aunque nuestra reina siempre sale en los últimos momentos, es una coqueta - dijo divertido.
- ¿Todos estos animales tienen sus papeles...? - empezó su investigación el conde.
- Así es nuestro señor se encarga de todos los papeles de los animales junto a una revisión periódica de ellos - relató el humano.
- ¿Él los revisa? - pregunta Cielo ya por curiosidad personal.
- Así es nuestro señor tiene un gran conocimiento en muchas áreas diferentes y unas de ellas es en la salud de los animales - le contestó inflando su pecho como sí de el mismo hablara.
- Me gustaría conocer a tú amo - le comentó de manera despreocupada el del parche pero en su interior tenía una gran curiosidad.
- Lo siento Lord pero a mí señor no le gustan las visitas...- su habitual sonrisa que adornaba su rostro toda la velada desapareció por unos segundos pero rápidamente volvió sonriéndole al conde.
Eso los alarmó de sobre manera, ¿Una persona que se dedica al entretenimiento de los demás no le gustaba las personas? Algo malo pasaba en aquel circo.
- Oh vaya...que pena mí señor solo quería conocer a alguien que le gustara tanto los animales como a él - dijo con falsa tristeza Sebastian.
- ¿Le gusta los animales? - miró al más joven de reojo - no lo parece - se encogió de hombros - ahora vamos para las caravanas donde descansamos.
Y otra vez empezó a parlotear diciendo quien dormía donde y qué shows hacían cada uno.
Pero a nuestro joven conde unas de esas caravanas le llamó la atención no por su apariencia, se parecía a las demás si no por la voz conocida que escuchó dentro.
