Hilal

Tantas veces que las sonrisas que había visto en mi vida con el tiempo se perdían bajo la tierra, los susurros que circulaban entre los corredores, las miradas acusando de haber matado a esas personas que algunas quisieron darme la calidez de su corazón y al final solo termine arrebatándole la vida que nunca podrían volver a tener.

Era extraño sentir la calidez de alguien y eso me asustó.

Aparte de mi mano de la suya, ella me miró con una mirada fría

—¿Quién eres? — pregunte

La chica sonrió, sus ojos azules me escudriñaban haciendo que me diera escalofrío en el cuerpo

—Me disculpo alteza—respondió haciendo una reverencia, tomó mi mano plantando un beso ligero y rápido, sus labios se sentían frío como el hielo, pero rojos como la sangre — Mi nombre es Dione jefa de la torre del norte del imperio Serfin, Alquimista.

La observe era una chica joven, estatura alta apenas llegaba por su hombro y complexión delgada, su cabello negro llegaba hasta la cintura es hermosa ¿Cómo alguien tan joven podía ser jefa de una torre de Alquimistas?

—Su majestad antes de hacer mas preguntas no cree que deberíamos entrar no es adecuado para usted estar afuera, los lentes que les di solo duraran un momento.

Tenía razón, entre más tiempo estuviera en el exterior sería peligroso para mí.

...

Una taza de té fue puesta frente a mí, la criada hizo una reverencia y se fue dejándome solo con la desconocida, su postura es elegante al igual que gestos, aunque su vestimenta no coincidiera con la de una noble.

—Primero que nada, me gustaría saber la situación del príncipe, el emperador no dio mucha información más que tenía una condición en sus ojos y que necesitaba encontrar una cura. Como sabrá los alquimistas son diferentes que los magos, nosotros utilizamos lo que está a nuestro alrededor, la protocientífica, y una disciplina filosófica que combina elementos de la quinina, pero no sigo hablando de eso.

Aunque no entendía nada de lo que decía, significaba que mi padre no había dicho mi condición-

Suspire y tome un sorbo del té.

—no se si en el camino habrá escuchado del príncipe maldito—ella negó— cuando era bebe fui maldecido, no podría ver bien, ni observar nada como el exterior sin quedarme ciego o que nadie que estuviera a mi alrededor muriera a los meses la única forma de librarme de ella es encontrando a la chica.

Ella me observó y se levantó de su asiento acercándose en mi dirección fue en segundos cuando su mano sostenía de la barbilla y su otra mano tocaba parte de rostro sus ojos me miraban directamente haciendo sentir rígido.

—Tienes unos hermosos ojos—dijo su aliento choco con mi rostro, sentí el olor a menta y té que tomamos.

Mis mejillas se encendieron

Ella me soltó y se alejó de mí.

—sin duda es una maldición ¿tienes 15 años? ¿cierto? —asentí —seria en tres años que tu maldición se rompa ¿han intentado encontrar a la chica? —inquirió

—no he salido del palacio desde que tengo recuerdos—respondí

Ella sonrió

—bueno príncipe lo primero tengo que conocer tu entorno y como se ve afectados tus ojos eres daltónico lo que entiendo que no puedes ver bien los colores y u vista se deteriora si vez mucho el exterior

>>> en fin tendría que hacer algunas pociones con medicina para tus ojos y unas gafas que puedan ayudarte con la mejora de la vista y así evitar la ceguera, voy a vivir contigo por los próximos tres años así que espero que nos podamos llevar bien.

Me levanté de golpe

—No durarás ni un mes aquí, todo el que está conmigo muere—exclame

Ella suspiró y se levantó su mano acaricio mi mejilla

—Príncipe digamos que conmigo es una excepción—susurro en mi oreja

Mi corazón latía como loco

¿Quién demonios era ella?

El juguete de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora