PRÓLOGO:

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***Darien, 6 años***

—Abuelita, ¿Por qué yo no tengo mamá? —la abuela Luna, suspiró al escuchar de nuevo esa tierna e inocente pregunta, mientras se sentaba al borde de la cama, preparándose para dar la misma respuesta que le daba siempre a su nieto. Últimamente ahora la repetía con más frecuencia, después de que Darien hubiese entrado al preescolar.

—Si la tienes, Darien.

—¿Y en dónde está?

—Ella está viajando sin rumbo por ahora. Digamos que ha tomado algunas decisiones que no son muy buenas, pero te prometo, que algún día, ella volverá por ti —el pequeño Darien, molesto, se cruzó de brazos.

—Siempre dices eso, pero, ¿Por qué no me llevó con ella?

—Porque... ya te lo he dicho. Aún no se sentía preparada para aceptar tal responsabilidad. Pero confía en mí. Que algún día, no muy lejano, Dios la hará volver a nosotros —musitó, dándole esa respuesta incierta, que al menos calmaba a su nieto por el momento.

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***Darien, 10 años***

—Señora, lamentablemente lo que tengo que decirle, no son buenas noticias —el pequeño Darien dejó de prestar atención a todo lo que había a su alrededor, para prestarle la atención necesaria al doctor. Se sentía cansado y aburrido de estar aquí. Quería irse a casa ya. Se habían pasado casi toda la mañana su abuela y el, en ese hospital, haciéndole estudios, chequeos, y no sé cuántas cosas más, y todo por culpa de que se quedó casi sin aire, antes de sentir un inexplicable y leve piquetito en el pecho, cuando estaba jugando futbol con sus amigos.

—Sea lo que sea, dígalo ya. Por favor, doctor —susurró su abuela, con voz apagada, y Darien notó, por la mano que acariciaba su rodilla, que estaba nerviosa, y hasta podría decir que asustada, porque temblaba como una hoja.

—Acabamos de descubrir que su nieto, tiene un mal congénito en el corazón.... —Darien comenzó a escuchar las palabras raras que el doctor decía, mas no entendía nada. Eso sí, pudo ver que era algo grave, pues su abuela entre más oía, más lloraba. Y eso para nada le agradaba. —Su nieto debe llevar ciertas restricciones e instrucciones para una mejor calidad de vida. Pero no se asuste, que no todo está perdido. Se que se escuchó horrible lo que acabo de decirle, pero aun podemos tener la opción de obtener un corazón donado —Darien se sentía molesto con ese doctor, porque mientras más decía y explicaba, su abuela más lloraba. Duró mucho rato ese doctor, hablando y hablando sin parar, hasta que se dignó a dejarlos solos en la habitación. Y lo primero que hizo Darien cuando su abuela le sonrió con tristeza, fue animarla para irse de allí. Mas su respuesta no le gustó. Mas bien lo hizo enojar.

—Abue, ¿Pero por qué debemos quedarnos si yo ya me siento bien? Que nos den más medicina y listo —su abuela, con esa paciencia que la caracterizaba, le sonrió con dulzura, sin poder dejar de derramar silenciosas lágrimas.

—No podemos irnos, mi amor. El doctor nos ha dicho que aun debemos quedarnos aquí, al menos dos días más —Darien resopló con exasperación.

—¡Abuela, no quiero!

—Lo siento, hijo. El doctor nos ha dicho... —un sollozo suave escapó de sus labios, estremeciéndola de nuevo, pero hizo lo posible por no perder el control. —A partir de hoy, debemos cambiar muchas cosas —frunció el ceño.

—¿Por qué? ¿Qué significaba todo eso que dijo? —los ojos de su abuela se cristalizaron aún más, mientras se acercaba más a él, y acariciaba su cabello, como lo hacía cada noche antes de dormir.

TE AMARÉ MÁS ALLÁ DE LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora