Seguían en la misma posición, la castaña acariciaba sus largos y rubios cabellos, inevitables lágrimas caían por sus ojos, lo sabía, se iría. Lisa subió los pies al sillón y los tapó con la manta, el frío que sentía dentro suyo era suficiente.
Frío
Seguían en la misma posición, la castaña acariciaba sus largos y rubios cabellos, inevitables lágrimas caían por sus ojos, lo sabía, se iría. Lisa subió los pies al sillón y los tapó con la manta, el frío que sentía dentro suyo era suficiente.