Juliana, amor.

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Juliana, espero que para cuando encuentres esta carta, yo ya esté lejos de casa, porque solo Dios sabe todo el temor que envuelve mi corazón con solo pensar en exponerme de esta manera, teniendo tus ojos viendo a través de mi alma conmigo presente.

Pese a toda la tristeza que siento en cada espacio de mí, una pequeña parte de mi conciencia está feliz por ti, porque supiste tomar la mejor decisión, aquella que te traía la paz que nunca dejaste que nadie te arrebatara, ni siquiera yo.

Aún sigo sin entender por qué pones la tela de juicio cada palabra que sale de mi boca, y he pasado noches acompañada del más caro Whisky solo para encontrar en algún lugar la respuesta de mi inquietud. Probablemente ahora mismo estoy embriagada, de tristeza y alcohol, es lo mismo para mí, ambos tienen el mismo sabor amargo que me hace jadear y desear nunca probarlo, pero, por alguna razón, cada noche vuelve a mí.

Verte cada día cuando voy a pasar tiempo con Kaia no ha dejado que mi corazón sane de todas las heridas que yo misma he provocado en mí, y seguramente es mi culpa. Lo siento tanto por eso. Pensar que tú te sientes igual solo me hace sentir más miserable, porque no mereces sufrir ni un poco, y me provoca cólera recordar que estoy fallando a la primera promesa que hice el día que te tuve en el altar, convirtiéndote en mi esposa, uniendo nuestros corazones imposiblemente más.

Lamento mucho haber abandonado tu corazón por banalidades de trabajo, probablemente es de lo que más me arrepiento ahora mismo. Y también lamento haber permitido que creyeras que, de alguna manera, sería capaz de meter a alguien más en mi vida cuando contigo siempre había tenido un hogar, y el inicio de una familia que ahora mismo siento deslizarse entre mis dedos como la arena.

Tengo muchas cosas que lamentar, probablemente lo haga para siempre, y sobre todas las cosas, te amaré por siempre. Como madre de mi hija, como el amor de mi vida, como la mujer con la que construí un hogar, y como la persona con quien logré tantas cosas que de niña soñé.

Juliana, amor, lo siento si nada de lo que escribo tiene sentido, esto es solo mi corazón embriagado porque te extraño, hoy y siempre.

Te amo. Valentina.

Con la mano sudorosa, Valentina termina arrugando el papel entre sus manos y, inconsciente, lo deja caer en el cesto de basura a sus pies.

Después de meses, meses, ha encontrado la ridícula carta que escribió dos días antes del cumpleaños número uno de Kaia y que, seguramente, dejó caer en algún momento durante esa noche, y nunca llegó a las manos de Juliana.

Gracias a Dios.

Antes de siquiera poder seguir pensando en ello, el repiqueteo de su teléfono en el bolsillo de su pantalón resuena con esa canción estúpida que Juliana asignó para cuando ella llamase. Aun sabiendo de quien se trata, deja que sus ojos vacilen sobre el diminutivo del nombre de su esposa acompañado de un corazón verde. Sonríe, como siempre lo hace.

—¿Amor? —dice Juliana sin siquiera dejar que Valentina hable.

—¿Sí, cariño?

Hay un pequeño jadeo a través de la línea, y eso solo provoca que el corazón de Valentina se acelere casi de inmediato.

—La, la bebé, creo que ya, sí, ya viene.

Y, cielos, se va a convertir en madre por segunda vez.

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While You Were Away |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora