⚘ | Capítulo 2

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—02/07/2023

Ya llevaba un rato sintiendo los rayos del sol dar contra su cara, pero no fue hasta ese momento que finalmente se despertó de aquel extraño sueño que estaba teniendo y ya había olvidado

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Ya llevaba un rato sintiendo los rayos del sol dar contra su cara, pero no fue hasta ese momento que finalmente se despertó de aquel extraño sueño que estaba teniendo y ya había olvidado.

Por instinto tomó su teléfono para revisar la hora, pero al ver cómo ya eran casi las diez, recordó por qué su alarma no había sonado: al fin estaba de vacaciones de verano. El día anterior había vuelto a Kahakai desde Pikomakani, no es que se hubiera dormido muy tarde pero sí que había aprovechado esa libertad para dormir para descansar las horas de desvelo y ajetreo que se habían acumulado en las últimas semanas de la universidad.

Se levantó dejando el teléfono nuevamente en la mesa de noche, y como era su costumbre, se asomó a la ventana mirando cómo la calle ya tranquila de por sí era iluminada por la amable luz de la mañana.

—¡Perla! —la llamó una vez abrió la puerta de la habitación y en pocos segundos escuchó las patitas de la perra correr escaleras arriba hasta entrar a su cuarto.

Se puso un pantalón corto acompañado por una camiseta delgada de tirantes, el calor ya se hacía sentir y aunque en la calle la brisa refrescara un poco, en su casa siempre se encerraba el calor y era costumbre ir ligeros de ropa en su interior.

Por la hora supo que sus padres ya se habían ido desde hace tiempo al restaurante, por eso bajó para prepararse su desayuno sin esperar por ellos.

Ven, vamos a comprar coco, ¿sí? —cerró la puerta del refrigerador y se dirigió a la puerta para ponerse unas chanclas y con estas mismas salir a la calle esperando porque Perla lo hiciera también.

El camino hasta la tienda era bastante corto, sólo debía caminar dos calles hacia la derecha desde donde estaba su casa. Esa zona era bastante tranquila a pesar de estar algo cerca de la playa.

Las calles más cercanas a la costa no estaban pavimentadas, estas eran una mezcla entre la terracería de los caminos originales y la arena que el viento arrastraba, pasadas unas dos calles así ya comenzaba el pavimento que llevaba hasta el centro de la pequeña ciudad. Pero la zona donde se encontraba su casa se trataba de uno de los varios barrios más tradicionales de la ciudad, donde se podían ver casas antiguas y con el estilo propio de Hoshijima, por eso, aunque estuviera ya un poco hacia el interior, el suelo seguía siendo de tierra. Era algo peculiar en Kahakai y las ciudades pequeñas que, aún en el centro de estas, hubiera varios taone.

En la capital aún había unos cuantos, pero varias de esas casas ya estaban abandonadas o eran alquiladas a los turistas porque los dueños estaban hartos de que su barrio fuera tan concurrido por estos. Por eso era bien sabido que los verdaderos taone eran los de las ciudades pequeñas y pueblos de la isla.

Kia ora, buenos días. ¿Me da 200 gramos de coco rallado? —pidió a la dependienta tomando en brazos a Perla para que no se metiera entre los aparadores.

𝑁𝑜𝑟𝑖  |  𝐼𝑛𝑎𝑧𝑢𝑚𝑎 𝐸𝑙𝑒𝑣𝑒𝑛 𝑂𝑟𝑖𝑜𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora