1º parte.

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De pie en medio de una vereda con la respiración acelerada de forma antinatural, las manos sudando y pensaba en cómo él podía producir esos efectos en ella. Se agarró los puños, demasiado largos, de su suéter y contuvo la respiración.

Él estaba frente a ella, aún más inmóvil, si es que era posible, el cabello largo tirado hacia un lado y la nariz sonrosada. Le temblaba el labio inferior y tenía las manos apretadas en los bolsillos del abrigo. La brisa que los envolvía podía ser fácilmente una de las más frías de la temporada. Las calles estaban desiertas y el cielo gris, apenas lograba escucharse el sonido cotidiano de la ciudad. Era tarde, las luces eran demasiado tenues para la noche que caía y Olive no podía hacer nada más que perderse en la mirada verdosa del hombre que tenía en frente.

Jake dio un paso tímido, apenas se movió de donde estaba, pero al ver que ella no retrocedía siguió avanzando y cada vez se acercaba más. Sacó una de sus manos, tembló ante el frío chocando con su temperatura corporal y ante la duda que recorrió su cuerpo hasta la punta de sus dedos. Apretó la mano en un puño y al soltarla agarró la muñeca de ella, al no ver resistencia la tiró hacia él en un movimiento y la apretujó entre sus largos brazos. Dejó salir todo el aire que había contenido desde que la vio llegar y pararse frente a él, su respiración chocaba contra la piel del cuello de Olive y ella no podía hacer nada más que derretirse entre el calor extrañado.

"Vamos, abrázame" susurró apenas haciendo presión con los brazos. El aliento cálido que le rozó el cuello le dijo que todo esto era real y se le llenaron los ojos de lágrimas. "Vamos, Olive, abrázame" pidió de nuevo "Por favor" la súplica en su voz viajó por todo su cuerpo y logró formar un agujero en su estómago. Le temblaron las piernas y apretó los ojos.

"Demonios, Jake" susurró pasando los brazos por su espalda. Apoyó la mejilla en su hombro y soltó todo el aire contenido. "Demonios, no vuelvas a dejarme."

Ella apretó el abrigo entre sus puños y sintió la conocida presión en el pecho. Prometió que no lloraría cuando recibió el mensaje que decía: "Te encuentro en el parque en 15 min. Jake x."

No había faltado nada más para que su cabeza comenzara a dar vueltas y dejara su cena a la mitad. Se había demorado menos de tres minutos en estar lista y abrigada. Cuando estaba por salir las dudas comenzaron a invadirla, ¿qué pasaba si Jake ya no la quería más? ¿Si esta vez era una despedida definitiva? Sin embargo, lo hizo. Al diablo, iría y afrentaría todo lo que viniese con el chico de rizos que le había causado tantos problemas y tantos buenos recuerdos y sobre todo una sensación de protección y amor que nunca antes había sentido. Diablos, sí. Y cuando lo vio parado frente a ella, con el pelo mucho más largo a diferencia de la última vez, la nariz sonrojada y los labios apretados, no se lo podía creer.

Y ahora, ahora estaba entre el calor que le daban sus brazos, entre la sensación de seguridad y las enormes ganas de llorar que tenía.

"Mírame" pidió separándose un poco, "si por mi fuera, no te habría dejado jamás. Y ten por seguro que ya ni ganas me dan de dejarte" frunció el ceño, "demonios, estás hermosa."

Sin poder evitarlo, las sonrisas bobas invadieron sus rostros y los ojos se les llenaron de felicidad. La brisa corría el pelo de Jake y se veía jodidamente hermoso, Olive ni siquiera podía pensar en volver a dejarlo ir tampoco, apenas podía creer que lo tenía de vuelta.

"Maldita sea" anunció mirándola y acunando su rostro entre sus manos. Sus pulgares hacían patrones irregulares sobre sus mejillas y pómulos. Dejó un corto beso en su nariz y se le acercó al oído. Olive podía sentir la respiración acelerada de él, apoyó las manos en su pecho y pudo sentir también como su corazón latía desbocado. "Estoy perdidamente enamorado de ti."

Volvió a mirarla como si fuese la cosa más preciada de todas, y para él lo era. Se había convertido en un momento íntimo y romántico. Se miraban a los ojos intentando decir todo lo que no habían podido en meses, intentando entregar cada sentimiento perdido. Se acercó más a ella si era posible y bajó sus manos por su cuello, sus hombros y las dejó caer firme y elegantemente sobre su cintura, dejándola saber que solo a él le pertenecía. Se acercó apenas logrando un suave roce entre sus labios. "Te amo tanto, Olive, tanto que la palabra amor no alcanza para todo lo que siento por ti" y luego la besó en los labios, un beso cálido, lento y dulce. Un beso con sabor a reencuentro, con sabor a entrega, con sabor a amor y al sentimiento de que es lo mejor que te puede pasar en la vida.

Same old loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora