Es ese hombre.

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Giorno Giovanna era un chico joven, 15 años recién cumplidos, y aún así parecía ligeramente mayor debido a su cuerpo tonificado y sus rasgos faciales. Era un bombón y era fácil de creer que era gay, debido a su cabello largo y sus ropas extravagantes. Al menos en dónde se encontraba justo ahora, la gente lo veía demasiado gay y raro. Más de uno le gritaba "¡MARICO!" con un tono que denotaba que era insulto (porque también dependía de como se dijera la palabra y el contexto, como sería el significado), pero como Giorno no entendía, seguía tranquilo esperando ver un taxi, pero no había ni uno, solo buses cuestionables.

Maldecía entre dientes que su padre pensara que era buen lugar para vacacionar lejos de Italia, convenciéndolo que conocer nuevas culturas sería emocionante, la fauna y flora, además del pretexto que en ese país se suponía que estaban las mujeres más bellas del mundo.

Hasta ahora, solo había caminado bajo el sol infernal como un idiota por el centro tratando de encontrar un centro comercial con algo que él considerara bueno (una vara muy alta para ese lugar) y quizá no estar metido en el mismo lugar con su padre.

Fue entonces que vió hacia adelante, una muchacha con una combinación de ropa totalmente horrible, pero que, por alguna razón, la hacía sobresalir de buena manera entre la monótona gente de ahí. Y vaya que era linda.

Quizá su padre tenía razón al menos en algo.

Giorno se quedó embobado unos segundos, sabía bien como ligar con una chica italiana, pero no estaba seguro de si una mujer venezolana reaccionaría igual a una italiana. Menos mal no tuvo que dar el primer paso.

- ¡Hey, buen día! - lo saludó, ella estaba sonriendo de una manera muy linda.

- Buen día, signorina.- respondió llevándose una mano al pecho e inclinándose un poco.

Mista iba a sentir que se iba a morir; así le llamaba su padre a su madre a veces.

- (Verga, marica. Este webon es italiano).- pensó sin demostrar lo shockeada que estaba.- Noté que eres extranjero.

- ¿Cómo supiste? -preguntó rápido el rubio, mirándola serio y tratando de no demostrarse preocupado. Sentía que le iban a robar.

- ¿Estás esperando un taxi?

- Sí.

- Entonces lo eres. En esta parte del centro nunca pasan taxis.- le informó, sintiéndose más calmada y apta para hablar con él.

Giorno se sintió estúpido.

- Ah, gracias... No sabía.

- Obvio no, eres extranjero.- se rió ella, ofreciéndole su mano.- Ven, te ayudo a cruzar la calle. Seguro y te atropellan si no sabes esquivar.- comentó entre risas.

Cualquier excusa pendeja para acercarse a él y hablarle contaba. "Cuál dignidad ni que coño", pensó ella.

Giorno no estaba muy confiado, pues el mismo alguna vez se dedicó a estafar y robarle a personas, pero algo en los ojos de la morena y su sonrisa lo invitaba a tomar su mano sin miedo. Así lo hizo, algo tímido.

- (¿Así se supone que son las latinas? ) -Pensó algo sorprendido por la manera tan calmada en la que la chica se le acercó y se sintió cómoda para hacer contacto físico con él.

- Tu solo dime a dónde te llevo y te guío mi rey.- le dijo, confiada, sintiendo que ese juego ya estaba ganado.- Por cierto, me llamo Mista. -se presentó.

Las mejillas del ojiazul se tiñieron un poco de rojo por el apodo y la forma tan casual en la que habló.

- Soy Giorno Giovanna, y yo- él también se presentó, pero a media frase un fuerte claxon de bus sonó.

¡Conquista al catire!•MisGio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora