Capítulo 4

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Supermercado.

Anastasia

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Anastasia.

Llevo una semana trabajando para el señor Mikaelson y las cosas hasta ahora me han parecido tranquilas.

Hasta ahora lo único que he estado haciendo es apilar documentos, aceptar solicitudes y a veces también hago uno que otro quehacer.

Descubrí que tiene dos vidas; en una es un mafioso y en la otra un empresario. Así es como logra mantenerse oculto, por eso no tiene tantos problemas con que lo vean en la calle. Tiene a un bufete de abogados trabajando para el, bufete que es de los más prestigiosos, así es como lava su dinero sucio que saca de la mafia.

Aquí, donde yo estoy trabajando, es una editorial para libros, y si, como se debe suponer; el no lee los libros. Básicamente no hace nada, solo cobrar y preguntarle a Lina —la mujer que se hace cargo de esta empresa— como van los negocios y que es lo que hace falta.

En los demás pisos se encuentran las demás áreas, y aquí es solo el espacio personal de Leonel. Aquí viene otro tipo de gente sucia para hablar con el, negociar o algo así, no se muy bien ya que siempre se encierran en su oficina y ya no escucho nada.

Justo ahora me encuentro escogiendo manuscritos. Leonel me ha asignado esa tarea desde que llegué y hasta ahora no ha salido de su oficina. Pero no me preocupo, debe estar tan ocupado con esas cosas que tienen que organizar los mafiosos.

Estos días solo he salido a una reunión con el, reunión en la que solo me aburrí y no hice mucho, pues mientras el estaba conversación con algunos de sus amigos, yo estaba en una esquina junto con las otras asistentes. Aunque gracias a los santos no me ha tocado tener que fingir ser demasiado cariñosa con el, lo único que si he hecho ha sido tener que ir a su gran mansión a dormir justo como lo dice el contrato, cada quien tiene su propia habitación y el primer día no fue tan incómodo ya que pude tener a Pepe esa noche durmiendo junto a mi, y la segunda noche ya ni siquiera me sentía fuera de lugar. Extrañaba mi hogar pero la cama kingsize me hizo dormir tan bien que de pronto me hizo querer desear con ansias que llegará la próxima semana para volver a dormir en ella.

Dejo de lado el último manuscrito que acabo de leer y me estiro a la vez que un bostezo sale de mi boca. Me siento exhausta, quisiera irme a dormir o a acostarme a ver una película pero todavía me falta tener que pasar al supermercado.

Me pongo de pie y decido bajar a la cafetería que hay justo enfrente. Son las tres de la tarde, en una hora se supone termina mi horario de trabajo, pero mi cuerpo me pide a gritos mi dosis de café. Creo que soy una adicta a ello, siempre me ha gustado y entre más amargo esté creo que me vuelve más loca.

ANGELICAL. +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora