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El viento soplaba, logrando hacer que algunas hojas de los árboles se desprendieran de sus ramas. Los grillos cantaban, y hermosas estrellas decoraban el cielo junto a la luna. Ambos chicos se encontraban sentados en el césped, abrigandose con la misma manta mientras que sostenían una taza de chocolate caliente en sus manos.
— Mira Ouma-kun! -Habló el peliverde, señalando cierto patrón de estrellas- ¿La vez?
— ¡Wow! Estrellas, que emocionante -Respondió sarcástico, y de cierta forma, de mala gana. No entendía porque habían salido al patio solo para ver estrellas y tomar chocolate-
— No son solo estrellas, Ouma-kun. ¿Vez esa constelación? Es la Osa mayor.
— Yo no veo nada, señor aguacate.
Tomó un sorbo de su chocolate, mientras que el peliverde soltaba una pequeña risa.
— No te preocupes, es algo difícil verla a primera vista, pero si te concentras en verla, lo conseguirás.
— Gezz, eso es aburrido. Mejor hagamos otra cosa que no tenga que ver con tus cosas nerds -se recostó en las piernas del mayor mientras decía aquéllo y encogió sus piernas para poder cubrir todo su cuerpo con la manta-
— Mhh.. ¿Que te parece pensar en el futuro? -Sonrió levemente mientras comenzaba a acariciar la cabeza del pequeño-
— ¿Eh? Eso suena aburrido.
— Intentemoslo. Mhh, ¿Haz pensado en cómo sería nuestra boda si es que llegáramos a casarnos?
— No, pero ahora quiero que haya una fuente de Panta de uva en medio de la sala.
— Y también una de chocolate, ¿No?
— ¡Exacto!
Sin darse cuenta, aquélla charla duró un buen rato. Hablaron sobre futuros viajes que podían hacer, y también que podían adoptar una mascota en un futuro no muy lejano. Se distrajeron con eso, hasta que el pequeño se quedó dormido. Rantaro lo alzó y lo envolvió en la manta, para luego caminar a paso lento hasta la casa.
Ya en la habitación de ambos, acostó a Kokichi en la cama y le dió un beso en la frente, para luego acostarse él también y arroparse con otra manta.
[...]
El peliverde abrió lentamente sus ojos, mientras escuchaba como el pequeño susurraba su nombre a la vez que lo sacudía levemente. Soltó un bostezo mientras se estiraba, luego miró de reojo la hora; eran las tres de la madrugada.
— Bueno, sabes que un líder supremo como yo debe de ser valiente e inteligente, ¿No? Pero hay ciert-
— Ve al grano.
— Gezz.. -suspiró- ¡Ocupo ir al baño!.. ¿Me acompañas?
La habitación se quedó en silencio por unos segundos, luego una pequeña risa salió de la boca del peliverde.
— ¿Enserio Kokichi?..
— ¡N-no te burles! Es tu culpa por enseñarme esa película de terror.. ¡Así qué tienes qué acompañarme! ¿O a-acaso v-vas a dejar que me coman los f-fantasmas? -Dijo, preparándose para hacer otro de sus berrinches-
— De acuerdo, de acuerdo. Vamos
Ambos se levantaron de la cama y caminaron hasta el baño. Rantaro esperó afuera mientras que Ouma hacia lo suyo. Al terminar ambos regresaron a la habitación.
— Gezz, ahora no tengo sueño! -Dijo el pequeño. Solo había pasado unos díez minutos acostado y ya le había fastidiado no poder conciliar el sueño-
— Si sigues moviéndote para todo lado y hablando no te dará sueño..
— Mhh.. Ya sé; tengamos sexo, eso me cansará y me dará sueño.
El peliverde se exaltó un poco al escuchar aquéllo. Sonrió nerviosamente al ver la pervertida sonrisa del menor. Soltó una pequeña risa, luego se quitó la manta de encima y se sentó en la cama.
— Y si mejor.. ¿Te envuelvo como un burrito?
— ¿Qué? ¡No!
— ¡Muy tarde! -Dijo, comenzando a envolver al pequeño en la cobija como si fuese un burrito. Le daba demasiada ternura ver a su amado de esa forma- Listo.
— ¡Maldito aguacate! Sueltame! -Comenzó a forcejear para soltarse, cosa que se le complicó en cuánto Rantaro lo abrazó- Me vengaré en la mañana...
Luego de un rato, ambos lograron quedarse dormidos de una forma que se podía considerar tierna.
