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Condado de Donegal, Irlanda del Norte.
El ambiente era frío, jamás creí que regresaría a éste lugar. Traía puesto mi abrigo negro, más un gorro de franela de igual manera negro.
Podía sentir cómo mis pies se iban humedeciendo poco a poco por la humedad.
Al fondo se escuchaban las campanas de la pequeña iglesia que quedaba a unos kilómetros de la casa. Esa casa llena de recuerdos. De todos esos tiempos. Que ahora vienen y se van.
¿Recuerdas la última vez que nos vimos? ¿Recuerdas la última vez que peleamos? A veces decidía rendirme y tan sólo te respondía con un "dime algo que pueda decirte". A veces sólo quería alejarme.
Comenzaba a veces a comprender, que los barcos pueden hundirse o elevarse.
Llegue a la casa blanca, con tejado de color café. Quedé parado afuera de la puerta. Quería dar unos leves golpes. Anhelaba decirte "seré lo que quieras, si tan sólo me dices, para qué estoy aquí". ¿Seguimos? ¿Seguiremos con esto?
Abrí la puerta y vi lo que esperaba. Un lugar que alguna vez estuvo lleno, ahora se encontraba vacío. Lo que fuimos, se desvaneció cómo una fotografía. Si tan sólo pudiera, todo lo haría de nuevo. Los buenos tiempos, los malos tiempos. Era todo o nada.
Recorrí esa casa. Fue inevitable no pensar en ti. Cada esquina, cada rincón. Estaba marcada con tu esencia.
Estoy parado aquí esta noche, y estoy golpeando a tu puerta. Al abrirla, mi imaginación me hizo verte, caminando de lado a lado arreglando tus cosas. Tomé del estante una foto, de ti y de mi. Solíamos ser felices. ¿Seguimos? ¿A dónde íbamos?
Deje llevar mi cuerpo a la cama, con esas sábanas blancas y esponjosas, que la hacían parecer una pequeña nube.
Acabo de perder el sentimiento que tenía hoy. Todos esos buenos tiempos vienen y se van contigo en ellos. Sabía qué tenía que seguir. Seguir sin ti a mi lado. Por más duro, difícil y cruel que me lo pusiera la vida. Tenía que seguir sin ti.
