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La fiesta parecía no tener un final, las coloridas luces titilantes parecían cegar a Oliver por instantes. Si fijaba su mirada en el techo de la casa y entrecerraba sus ojos, podía pretender que aquella pared fría se esfumaba para dar paso a un cielo con explosiones coloridas, y entonces, podía imaginarse a sí mismo en cualquier otro lugar lejos de allí, completamente sumido en un éxtasis indescriptible.

Estaba recostado sobre un viejo sofá de cuero sintético que le resultaba bastante incómodo, aunque no tenía la energía para quejarse al respecto, se sentía aturdido, pero no en el mal sentido. Se encontraba tan ebrio que había sido capaz de relajarse por completo, alejando cualquier dilema que le aquejase en su vida.

Cuando una sensación de ser observado le invadió, abrió sus ojos bajando de su nube de colores y su mirada se posó en el chico castaño que se acercaba a él con una sonrisa en el rostro y un vaso en cada mano.

Oliver sonrió extasiado.

―Oli ―aquella voz tan familiar le llamó y Oliver respiró hondo cuando el chico se inclinó hacia él, llenándolo con su perfume; amaba su perfume.

No dijo nada, tan sólo una mirada bastó para que el contrario entendiera la situación. La noche no había terminado pero la fiesta ya no era un lugar para ellos.

―Matt, quiero ir a casa...

Los debiluchos brazos tatuados se cruzaron por sobre los hombros ajenos y Matt debió apartarse unos momentos para dejar los vasos sobre una mesa y evitar tirarle todo el alcohol encima a su mejor amigo.

Oliver no lo soltó ni un instante, y sonrió contento cuando sintió los brazos de Matt rodear su torso, ayudándolo a incorporarse.
No lo alzó en brazos como solía hacer en otras ocasiones, pero el de ojos oliva estaba tan ebrio y extasiado que le bastó con sentir la cercanía ajena simplemente.

Ambos comenzaron a avanzar entre la gente, dejando escapar un par de risas tontas al encontrarse con sus amigos en el mismo estado de ebriedad que ellos, enredados con personas a las cuales difícilmente recordarían al día siguiente, o simplemente bailando de las formas más ridículas que uno podría imaginar.

Mientras avanzaban, Oliver se mantenía aferrado a Matt, incapaz de caminar por su propia cuenta. Sentía que si bebía un trago más, acabaría desplomándose sobre los brazos ajenos y Matt debería cargarlo a casa.

Afortunadamente el aire estaba fresco una vez salieron del lugar, lo que le permitió despabilarse ligeramente, pero no lo suficiente.

Mientras avanzaban por la acera, las palabras comenzaron a deslizarse por su boca como jugo de cereza.

Matt amaba las cerezas.

―Quisiera poder decirte lo mucho que te quiero incluso estando normal.

Matt fijó su mirada en su mejor amigo, y aunque estaban ambos prácticamente en el mismo estado, él parecía mantenerse más consciente que Oliver.

―Está bien, yo sé que me querés, yo también te quiero.

―No, vos no entendés lo mucho, mucho que te quiero ―Oliver insistió.

Matt sonrió ante aquellas palabras. Quizás no lo podía escuchar tan seguido, pero sí sentía el cariño ajeno todo el tiempo. Cada vez que sus brazos se envolvían alrededor de su cuerpo como ahora.
Cada vez que Oliver se apegaba a él en las madrugadas.
Cada vez que sus labios se unían en una muestra de afecto única.

Matt sacudió su cabeza ante sus pensamientos, de repente sintió la urgente necesidad de besar a su amigo. Quería parar y poder tenerlo entre sus brazos, no quería esperar a llegar a casa, el camino aún era muy largo.

Insania. [Multishipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora